Bordado renacentista; España, primera mitad del siglo XVI. “San Juan, San Andrés y San Agustín”. Presenta desperfectos y pérdidas. Medidas: 135 x 22 cm. La creación de los bordados siempre ha sido un arte asociado con la feminidad, trabajo de religiosas, estas piezas de excepcionalidad técnica usadas como ornamentó han sido puestas en valor y revalorizadas en las últimas décadas. En esta pieza se presenta a tres Santos; San Juan, San Andrés y San Agustín. Los evangelios dicen de Juan el Bautista que fue hijo del sacerdote Zacarías y de Isabel, prima de la Virgen María. Se retiró muy joven al desierto de Judea para llevar una vida ascética y predicar la penitencia, y reconoció en Jesús, que se hizo bautizar por él, al Mesías anunciado por los profetas. Un año después del bautismo de Cristo, en el año 29, Juan fue arrestado y encarcelado por el tetrarca de Galilea Herodes Antias, cuyo matrimonio con Herodías, su sobrina y cuñada, se había atrevido a censurar. Finalmente, san Juan fue decapitado, y su cabeza entregada a Salomé como premio por sus hermosas danzas. Este santo aparece en el arte cristiano con dos aspectos diferentes: como niño, compañero de juegos de Jesús, y como adulto, predicador ascético. El san Juan adulto que aquí vemos aparece vestido en el arte oriental con un sayo de piel de camello, que en occidente se reemplazó con una piel de oveja que le deja los brazos, las piernas y una parte del torso desnudos. El manto rojo que lleva a veces, así como en la escena de su intercesión en el Juicio Final, alude a su martirio. En el arte bizantino se le representa como un ángel de grandes alas, con su cabeza cortada en una bandeja que sostiene en sus manos. Sin embargo, sus atributos en el arte occidental son muy diferentes. El más frecuente es un cordero, que alude a Jesucristo, y con frecuencia porta una cruz de cañas con una filacteria con la inscripción “Ecce Agnus Dei”. Aan Andrés se presenta con el atributo de su martirio, la cruz en aspa a la que fue atado por orden del procónsul Egeas. La luminosidad de la obra, el predominio de los tonos azules y la paz que emana del rostro barbado, de suaves facciones meditativas, configura una imagen apacible que nos muestra a un santo que ya ha superado el dolor y reposa eternamente más allá del sacrificio. Andrés fue el primer apóstol llamado por Jesús, por lo que fue denominado por los griegos Protokletos, “el primer llamado”. Hermano de Simón Pedro y, como él, pescador de Galileo, su nombre es griego y no hebreo, y significa viril. En los Evangelios se le menciona dos veces: a propósito de las vocaciones de los dos primeros apóstoles, y en el episodio de la multiplicación de los panes y los peces. Su leyenda procede de los hechos aprócrifos, y según ella habría sido designado, tras la muerte de Jesús, para evangelizar la Escitia, es decir, la actual Rusia. Mientras predicaba allí, se le apareció un ángel que le dijo “Ve hacia Mateo”; entonces fue guiado milagrosamente hasta Etiopía, donde San Mateo había sido cegado y encarcelado. Las puertas de la prisión se abrieron ante Andrés, y éste se puso a orar frente a Mateo, tras lo cual el preso recuperó la visión. Cumplida su misión, llegó a Grecia y luego a Asia Menor, donde habría realizado una serie de milagros. Finalmente halló la muerte en Patras, en el Peloponeso, donde el procónsul Egeas lo hizo azotar con varas por predicar la desobediencia al emperador, y luego ordenó que lo ataran con cuerdas a una cruz en forma de “X”, donde murió al tercer día. El atributo más popular de San Andrés es precisamente esta cruz, si bi
Bordado renacentista; España, primera mitad del siglo XVI. “San Juan, San Andrés y San Agustín”. Presenta desperfectos y pérdidas. Medidas: 135 x 22 cm. La creación de los bordados siempre ha sido un arte asociado con la feminidad, trabajo de religiosas, estas piezas de excepcionalidad técnica usadas como ornamentó han sido puestas en valor y revalorizadas en las últimas décadas. En esta pieza se presenta a tres Santos; San Juan, San Andrés y San Agustín. Los evangelios dicen de Juan el Bautista que fue hijo del sacerdote Zacarías y de Isabel, prima de la Virgen María. Se retiró muy joven al desierto de Judea para llevar una vida ascética y predicar la penitencia, y reconoció en Jesús, que se hizo bautizar por él, al Mesías anunciado por los profetas. Un año después del bautismo de Cristo, en el año 29, Juan fue arrestado y encarcelado por el tetrarca de Galilea Herodes Antias, cuyo matrimonio con Herodías, su sobrina y cuñada, se había atrevido a censurar. Finalmente, san Juan fue decapitado, y su cabeza entregada a Salomé como premio por sus hermosas danzas. Este santo aparece en el arte cristiano con dos aspectos diferentes: como niño, compañero de juegos de Jesús, y como adulto, predicador ascético. El san Juan adulto que aquí vemos aparece vestido en el arte oriental con un sayo de piel de camello, que en occidente se reemplazó con una piel de oveja que le deja los brazos, las piernas y una parte del torso desnudos. El manto rojo que lleva a veces, así como en la escena de su intercesión en el Juicio Final, alude a su martirio. En el arte bizantino se le representa como un ángel de grandes alas, con su cabeza cortada en una bandeja que sostiene en sus manos. Sin embargo, sus atributos en el arte occidental son muy diferentes. El más frecuente es un cordero, que alude a Jesucristo, y con frecuencia porta una cruz de cañas con una filacteria con la inscripción “Ecce Agnus Dei”. Aan Andrés se presenta con el atributo de su martirio, la cruz en aspa a la que fue atado por orden del procónsul Egeas. La luminosidad de la obra, el predominio de los tonos azules y la paz que emana del rostro barbado, de suaves facciones meditativas, configura una imagen apacible que nos muestra a un santo que ya ha superado el dolor y reposa eternamente más allá del sacrificio. Andrés fue el primer apóstol llamado por Jesús, por lo que fue denominado por los griegos Protokletos, “el primer llamado”. Hermano de Simón Pedro y, como él, pescador de Galileo, su nombre es griego y no hebreo, y significa viril. En los Evangelios se le menciona dos veces: a propósito de las vocaciones de los dos primeros apóstoles, y en el episodio de la multiplicación de los panes y los peces. Su leyenda procede de los hechos aprócrifos, y según ella habría sido designado, tras la muerte de Jesús, para evangelizar la Escitia, es decir, la actual Rusia. Mientras predicaba allí, se le apareció un ángel que le dijo “Ve hacia Mateo”; entonces fue guiado milagrosamente hasta Etiopía, donde San Mateo había sido cegado y encarcelado. Las puertas de la prisión se abrieron ante Andrés, y éste se puso a orar frente a Mateo, tras lo cual el preso recuperó la visión. Cumplida su misión, llegó a Grecia y luego a Asia Menor, donde habría realizado una serie de milagros. Finalmente halló la muerte en Patras, en el Peloponeso, donde el procónsul Egeas lo hizo azotar con varas por predicar la desobediencia al emperador, y luego ordenó que lo ataran con cuerdas a una cruz en forma de “X”, donde murió al tercer día. El atributo más popular de San Andrés es precisamente esta cruz, si bi
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