Calvario; Escuela hispano filipina; Siglo XVIII. Marfil plata y seda bordada con hilo de plata. Medidas: 23 x 15 cm (Cristo); 62 x 43 x 22 cm. La imagen de Cristo crucificado en una cruz latina de madera preside el grupo realizado en marfil. La singularidad evidente de las figuras que parecen estar concebidas para ser vestidas se suma la idea del calvario. Normalmente desde el arte gótico, ampliándose el modelo hasta la época posterior en los conjuntos escultóricos referentes al calvario se suele representar la figura de Cristo Crucificado, la imagen de la Virgen normalmente en la zona derecha, y a san Juan en el lado izquierdo. Sin embargo, en esta representación escultórica se nos presenta la figura de Cristo en una cruz de tres clavos y a sus pies a la derecha la Virgen, que se define por una mayor aureola respecto a las otras dos mujeres que completan el grupo. En cuanto a las otras damas estas María de Cleofás y María Salomé. A través de las rutas comerciales marítimas llegaban a España los apreciados productos orientales, que satisfacían la gran demanda de objetos lujosos y exóticos. El marfil, material de lujo y alta estima, significaba prestigio, poder económico y social para su poseedor, y eran especialmente apreciadas las obras de imaginería religiosa trabajadas en este material, pensadas para la devoción privada y, con frecuencia, donadas por los poderosos a los centros religiosos como muestra de fe. Los trabajos hispano-filipinos revelan un conjunto de influencias artísticas que los llenan de contenido. Son obras de arte realizadas bajo el influjo español, filtrado a través de América, y tallada en Filipinas por artistas tanto locales como chinos instalados en el archipiélago. Los sangleyes o chinos de Filipinas, urgidos por la demanda de obras religiosas cristianas, atendían los pedidos españoles teniendo como modelos esculturas, estampas o grabados enviados desde la metrópoli (de ahí la variedad de temas y modelos iconográficos que nos han llegado en la actualidad, número que también da idea de su producción), pero sin olvidar los rasgos de la anatomía oriental. Por ello, los ojos se muestran rasgados, con párpados abultados realizados en doble brida, configurando un rostro de pómulos salientes que se aparta del ideal clásico de la Europa contemporánea, si bien algo más dulce de lo típico en este tipo de piezas filipinas. Estas características diferentes, propias de su origen oriental, eran altamente apreciadas en la metrópoli.
Calvario; Escuela hispano filipina; Siglo XVIII. Marfil plata y seda bordada con hilo de plata. Medidas: 23 x 15 cm (Cristo); 62 x 43 x 22 cm. La imagen de Cristo crucificado en una cruz latina de madera preside el grupo realizado en marfil. La singularidad evidente de las figuras que parecen estar concebidas para ser vestidas se suma la idea del calvario. Normalmente desde el arte gótico, ampliándose el modelo hasta la época posterior en los conjuntos escultóricos referentes al calvario se suele representar la figura de Cristo Crucificado, la imagen de la Virgen normalmente en la zona derecha, y a san Juan en el lado izquierdo. Sin embargo, en esta representación escultórica se nos presenta la figura de Cristo en una cruz de tres clavos y a sus pies a la derecha la Virgen, que se define por una mayor aureola respecto a las otras dos mujeres que completan el grupo. En cuanto a las otras damas estas María de Cleofás y María Salomé. A través de las rutas comerciales marítimas llegaban a España los apreciados productos orientales, que satisfacían la gran demanda de objetos lujosos y exóticos. El marfil, material de lujo y alta estima, significaba prestigio, poder económico y social para su poseedor, y eran especialmente apreciadas las obras de imaginería religiosa trabajadas en este material, pensadas para la devoción privada y, con frecuencia, donadas por los poderosos a los centros religiosos como muestra de fe. Los trabajos hispano-filipinos revelan un conjunto de influencias artísticas que los llenan de contenido. Son obras de arte realizadas bajo el influjo español, filtrado a través de América, y tallada en Filipinas por artistas tanto locales como chinos instalados en el archipiélago. Los sangleyes o chinos de Filipinas, urgidos por la demanda de obras religiosas cristianas, atendían los pedidos españoles teniendo como modelos esculturas, estampas o grabados enviados desde la metrópoli (de ahí la variedad de temas y modelos iconográficos que nos han llegado en la actualidad, número que también da idea de su producción), pero sin olvidar los rasgos de la anatomía oriental. Por ello, los ojos se muestran rasgados, con párpados abultados realizados en doble brida, configurando un rostro de pómulos salientes que se aparta del ideal clásico de la Europa contemporánea, si bien algo más dulce de lo típico en este tipo de piezas filipinas. Estas características diferentes, propias de su origen oriental, eran altamente apreciadas en la metrópoli.
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