Escuela española; siglos XIII- XIV. “Santo”. Madera tallada y policromada. Presenta saltos en la talla y policromía. Medidas: 63 x 23 x 14 cm. Escultura románica de carácter devocional que aún conserva parte de su policromía. La talla representa a un santo, ataviado con ropajes religiosos y un tocado a modo de mitra. La zona trasera de la pieza no ha sido trabajada, por lo que se intuye que es probable que la pieza formase parte de la decoración ornamental de un conjunto arquitectónico. La talla destaca por la simplicidad de las formas, la técnica rígida de líneas rectas y la concepción en cierto modo naif de la captación del rostro, características que nos acercan al estilo románico, cuya finalidad principal se fundamentaba en trasmitir el mensaje o la palabra, convirtiéndose así en símbolo, por encima de los detalles superfluos. A pesar de las faltas que presenta la obra, causadas por el paso del tiempo, es probable que en sus manos se encontrasen los atributos iconográficos que definiesen esta representación. Sin embargo, es probable que se trata de la figura del diácono Esteban, cuyo nombre significa corona, fue el primer mártir de la fe cristiana que, lapidado por los judíos, quienes le acusaban de blasfemar contra Moisés. Según un manuscrito del siglo X dedicado a su biografía, el día en que nació fue arrebatado por Satanás, que lo sustituyó en su cuna por un pequeño demonio. Luego dejó al niño fajado a la puerta de un obispo llamado Julión, quien descubrió al niño siendo amamantado por una cierva blanca y lo adoptó. Algún tiempo después Esteban regresó a la casa paterna, y con el signo la cruz expulsó al demonio que ocupaba su lugar. Ordenado diácono por los apóstoles, discutió con los retóricos judíos, que lo hicieron detener y condenar por blasfemia a morir lapidado. Respecto a sus patronazgos, pertenece a la categoría de santos curadores, y se consideraba que tenía el poder de sanar la tiña. A causa de las piedras de su lapidación se le invocaba contra los cálculos y los dolores de cabeza. En los países germánicos la leyenda le atribuía haber sido caballerizo del rey Herodes, por lo que se consideraba patrón de los caballos, cocheros y palafreneros. También era el patrón de los honderos, a causa de su lapidación. San Esteban tiene como principales atributos, a partir del siglo XV, un libro o un pliego y las piedras de su lapidación, como aquí vemos. La escultura románica persigue fines principalmente didácticos, y sus imágenes se conciben como una narración visual, que siempre debe ser claramente legible. En este momento, previo a la búsqueda del naturalismo que surgirá durante el periodo gótico, el lenguaje es puramente conceptual, y funciona a base de símbolos y convenciones aceptados por todos. En este sentido, la anatomía es sintética, representativa más que reflejo del natural, lo mismo que el tratamiento del rostro.
Escuela española; siglos XIII- XIV. “Santo”. Madera tallada y policromada. Presenta saltos en la talla y policromía. Medidas: 63 x 23 x 14 cm. Escultura románica de carácter devocional que aún conserva parte de su policromía. La talla representa a un santo, ataviado con ropajes religiosos y un tocado a modo de mitra. La zona trasera de la pieza no ha sido trabajada, por lo que se intuye que es probable que la pieza formase parte de la decoración ornamental de un conjunto arquitectónico. La talla destaca por la simplicidad de las formas, la técnica rígida de líneas rectas y la concepción en cierto modo naif de la captación del rostro, características que nos acercan al estilo románico, cuya finalidad principal se fundamentaba en trasmitir el mensaje o la palabra, convirtiéndose así en símbolo, por encima de los detalles superfluos. A pesar de las faltas que presenta la obra, causadas por el paso del tiempo, es probable que en sus manos se encontrasen los atributos iconográficos que definiesen esta representación. Sin embargo, es probable que se trata de la figura del diácono Esteban, cuyo nombre significa corona, fue el primer mártir de la fe cristiana que, lapidado por los judíos, quienes le acusaban de blasfemar contra Moisés. Según un manuscrito del siglo X dedicado a su biografía, el día en que nació fue arrebatado por Satanás, que lo sustituyó en su cuna por un pequeño demonio. Luego dejó al niño fajado a la puerta de un obispo llamado Julión, quien descubrió al niño siendo amamantado por una cierva blanca y lo adoptó. Algún tiempo después Esteban regresó a la casa paterna, y con el signo la cruz expulsó al demonio que ocupaba su lugar. Ordenado diácono por los apóstoles, discutió con los retóricos judíos, que lo hicieron detener y condenar por blasfemia a morir lapidado. Respecto a sus patronazgos, pertenece a la categoría de santos curadores, y se consideraba que tenía el poder de sanar la tiña. A causa de las piedras de su lapidación se le invocaba contra los cálculos y los dolores de cabeza. En los países germánicos la leyenda le atribuía haber sido caballerizo del rey Herodes, por lo que se consideraba patrón de los caballos, cocheros y palafreneros. También era el patrón de los honderos, a causa de su lapidación. San Esteban tiene como principales atributos, a partir del siglo XV, un libro o un pliego y las piedras de su lapidación, como aquí vemos. La escultura románica persigue fines principalmente didácticos, y sus imágenes se conciben como una narración visual, que siempre debe ser claramente legible. En este momento, previo a la búsqueda del naturalismo que surgirá durante el periodo gótico, el lenguaje es puramente conceptual, y funciona a base de símbolos y convenciones aceptados por todos. En este sentido, la anatomía es sintética, representativa más que reflejo del natural, lo mismo que el tratamiento del rostro.
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