Escuela granadina de mediados del siglo XVIII. “Purísima Concepción”. Óleo sobre lienzo. En su tela original. Marco de época Carlos III. Presenta saltos y pérdidas en la pintura. El marco presenta desperfectos. Medidas: 124 x 93 cm; 136 x 107 cm (marco). El tema de la Inmaculada Concepción, muy frecuente en el arte español del siglo XVII, llegó a constituir una de las señas de identidad nacionales de España como país católico. Se trata de uno de los temas más genuinamente locales de la pintura española barroca, dado que nuestro país fue el principal defensor de este misterio, y aquel que luchó con mayor insistencia para convertirlo en dogma de fe. En este contexto, numerosos artistas e intelectuales trabajaron para construir una iconografía clara que ayudara a la difusión de la Inmaculada, reuniendo simbología y fervor popular. Debido a sus características estilísticas, la obra que nos ocupa puede inscribirse dentro de la escuela andaluza de finales de la segunda mitad del siglo XVIII. Se muestra directamente heredera de los modelos barrocos de Bartolomé Esteban Murillo, tanto en la composición como en la iconografía. Así, vemos a María vestida con túnica blanca, luciendo un manto azul que flota en torno a ella. También las figuras de los ángeles niños derivan directamente de modelos de Murillo, tanto en su concepción como en su colocación, repartidas entre la zona inferior del cuadro, bajo el pedestal de nubes, y la superior, como cabezas de querubines rodeando el rompimiento de Gloria. Como ya hemos señalado, la composición sigue fielmente los modelos de Murillo: María de cuerpo entero en el centro, vestida de blanco y azul, con el cabello suelto formando suaves ondulaciones, rodeada de ángeles y nubes, con el cielo abierto tras su figura, inundado por la luz dorada de la Gloria.
Escuela granadina de mediados del siglo XVIII. “Purísima Concepción”. Óleo sobre lienzo. En su tela original. Marco de época Carlos III. Presenta saltos y pérdidas en la pintura. El marco presenta desperfectos. Medidas: 124 x 93 cm; 136 x 107 cm (marco). El tema de la Inmaculada Concepción, muy frecuente en el arte español del siglo XVII, llegó a constituir una de las señas de identidad nacionales de España como país católico. Se trata de uno de los temas más genuinamente locales de la pintura española barroca, dado que nuestro país fue el principal defensor de este misterio, y aquel que luchó con mayor insistencia para convertirlo en dogma de fe. En este contexto, numerosos artistas e intelectuales trabajaron para construir una iconografía clara que ayudara a la difusión de la Inmaculada, reuniendo simbología y fervor popular. Debido a sus características estilísticas, la obra que nos ocupa puede inscribirse dentro de la escuela andaluza de finales de la segunda mitad del siglo XVIII. Se muestra directamente heredera de los modelos barrocos de Bartolomé Esteban Murillo, tanto en la composición como en la iconografía. Así, vemos a María vestida con túnica blanca, luciendo un manto azul que flota en torno a ella. También las figuras de los ángeles niños derivan directamente de modelos de Murillo, tanto en su concepción como en su colocación, repartidas entre la zona inferior del cuadro, bajo el pedestal de nubes, y la superior, como cabezas de querubines rodeando el rompimiento de Gloria. Como ya hemos señalado, la composición sigue fielmente los modelos de Murillo: María de cuerpo entero en el centro, vestida de blanco y azul, con el cabello suelto formando suaves ondulaciones, rodeada de ángeles y nubes, con el cielo abierto tras su figura, inundado por la luz dorada de la Gloria.
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