Beschreibung:

Es­cue­la Ita­lia de la pri­me­ra mitad del siglo XVII. Es­cue­la de “CO­RREG­GIO” An­to­nio Alle­gri (Ita­lia, 1494 – 1534). “Vir­gen y el niño con San Je­ró­ni­mo y María Mag­da­le­na”. Óleo sobre lien­zo. Re­en­te­la­do. Con fal­tas en la pin­tu­ra y re­pin­tes. Me­di­das: 207 x 137 cm; 209,5 x 141 cm (marco). Esta obra re­pro­du­ce de ma­ne­ra fiel el lien­zo ho­mó­ni­mo rea­li­za­do por Co­rreg­gio hacia 1530, hoy con­ser­va­do en el Museo Na­zio­na­le de Parma. Fiel al es­ti­lo ma­nie­ris­ta del ita­liano, se trata de una com­po­si­ción tre­men­da­men­te com­ple­ta e in­tere­san­te, fruto de su etapa de ma­du­rez. Se ob­ser­va en el tra­ta­mien­to de los ros­tros la ad­mi­ra­ción que Co­rreg­gio sin­tió por Leo­nar­do Da Vinci, así como la gran­di­lo­cuen­cia que lo acom­pa­ñó du­ran­te toda su ca­rre­ra ar­tís­ti­ca. Otros as­pec­tos, como la luz cá­li­da que baña toda la es­ce­na, la na­tu­ra­li­dad de las fi­gu­ras o la sua­vi­dad de sus ves­ti­men­tas, ter­mi­nan de con­tex­tua­li­zar esta obra en la es­cue­la de Co­rreg­gio. En esta obra Co­rreg­gio re­pre­sen­ta la his­to­ria na­rra­da en la “Le­yen­da Do­ra­da” de San­tia­go de la Vo­ra­gi­ne, según la cual Ca­ta­li­na tuvo en un sueño la vi­sión de la Vir­gen con el Niño en bra­zos, quien se negó a to­mar­la por es­po­sa por no ser lo su­fi­cien­te­men­te bella. Ella in­ter­pre­tó el sueño y se re­ti­ró al de­sier­to para apren­der los pre­cep­tos de la fe cris­tia­na con un er­mi­ta­ño, ha­cién­do­se bau­ti­zar. En un nuevo sueño, Jesús acep­tó su be­lle­za y la con­vir­tió en su es­po­sa ce­les­tial co­lo­can­do un ani­llo en su dedo. Este es el mo­men­to es­co­gi­do por Co­rreg­gio en su obra, in­cor­po­ran­do a la es­ce­na a San Se­bas­tián, que con­tem­pla desde el se­gun­do plano. Pre­ci­sa­men­te es la fi­gu­ra del santo la que sirve de en­la­ce con el fondo, donde se re­pre­sen­ta su mar­ti­rio; apa­re­ce el santo atado a un árbol, re­ci­bien­do las fle­chas de los sol­da­dos ro­ma­nos. El maes­tro ita­liano pone así el acen­to en lo na­rra­ti­vo. Los per­so­na­jes, por otra parte, evi­den­cian la dul­zu­ra ca­rac­te­rís­ti­ca del es­ti­lo de Co­rreg­gio, y sus ges­tos que­dan re­sal­ta­dos por el em­pleo de una po­ten­te ilu­mi­na­ción, que crea efec­tos de cla­ros­cu­ro de­ri­va­dos de la in­fluen­cia de Leo­nar­do. Cabe des­ta­car asi­mis­mo la son­ri­sa del santo y la tier­na mi­ra­da del Niño hacia el dedo de la santa, dos pun­tos clave de la com­po­si­ción. De es­pe­cial im­por­tan­cia es tam­bién el de­li­ca­do tra­ba­jo cro­má­ti­co, real­za­do por un efec­to at­mos­fé­ri­co que re­mi­te a la es­cue­la ve­ne­cia­na.