Escuela italiana; siglo XVII. “Retrato de caballero”. Óleo sobre lienzo. Reentelado. Presentas restauraciones, pérdidas de policromía y una perforación en la esquina derecha. Medidas: 95 x 75 cm. En este retrato el autor nos propone la vista de un personaje que se distingue por sus elegantes ropas, portando gola, capa, mangas abullonadas, chaleco y un ornamentado cinturón. El artista concibe el retrato a través de busto largo, y sobre un fondo neutro y oscuro que provoca una gran exaltación de su presencia debido a su rostro vivamente iluminado. De hecho, la estudiada iluminación, de influencia tenebrista, es el principal recurso expresivo utilizado por el pintor, se trata de una luz de foco, dirigida y artificial, que entra de frente a la composición e incide directamente sobre la zona principal de la imagen, el rostro del personaje, creando una gran claridad en el rostro y la vestimenta del personaje, modelando sus rasgos faciales y sus volúmenes anatómicos con gran naturalismo, pero ciertamente idealizados, ya que predominan las formas suaves y redondeadas. Es reseñable, el gesto que el protagonista adopta con el cuerpo, ya que parece girarse de un modo completaste espontaneo. Este rasgo aporta una gran cercanía con el espectador, ya que el retratado parece responder a una apelación por parte de quien le observa. En definitiva, un recurso muy inteligente, utilizado por el artista, con la intención de establecer una relación cercana entre su obra y el espectador. Durante el siglo XVII como en el resto de Europa, el retrato se convirtió en el género que más protagonismo fue adquiriendo debido a la excelencia de la pintura italiana, como consecuencia de las nuevas estructuras sociales que se implantaron en el mundo occidental a lo largo de esta centuria, encarnando la expresión máxima de la transformación del gusto y la mentalidad de la nueva clientela, surgida entre la nobleza y la alta burguesía adinerada, que tomaría las riendas de la historia en este periodo. Mientras los círculos oficiales dieron preponderancia a otros géneros artísticos, como la pintura de historia, y el incipiente coleccionismo alentó la profusión de los cuadros de costumbres, el retrato acaparó la demanda de pintura destinada al ámbito más privado, como reflejo del valor de lo individual en la nueva sociedad. Este género encarna la presencia permanente de la imagen de sus protagonistas, para su disfrute reservado en la intimidad de un estudio, al calor cotidiano de un gabinete familiar o presidiendo los salones principales de la casa.
Escuela italiana; siglo XVII. “Retrato de caballero”. Óleo sobre lienzo. Reentelado. Presentas restauraciones, pérdidas de policromía y una perforación en la esquina derecha. Medidas: 95 x 75 cm. En este retrato el autor nos propone la vista de un personaje que se distingue por sus elegantes ropas, portando gola, capa, mangas abullonadas, chaleco y un ornamentado cinturón. El artista concibe el retrato a través de busto largo, y sobre un fondo neutro y oscuro que provoca una gran exaltación de su presencia debido a su rostro vivamente iluminado. De hecho, la estudiada iluminación, de influencia tenebrista, es el principal recurso expresivo utilizado por el pintor, se trata de una luz de foco, dirigida y artificial, que entra de frente a la composición e incide directamente sobre la zona principal de la imagen, el rostro del personaje, creando una gran claridad en el rostro y la vestimenta del personaje, modelando sus rasgos faciales y sus volúmenes anatómicos con gran naturalismo, pero ciertamente idealizados, ya que predominan las formas suaves y redondeadas. Es reseñable, el gesto que el protagonista adopta con el cuerpo, ya que parece girarse de un modo completaste espontaneo. Este rasgo aporta una gran cercanía con el espectador, ya que el retratado parece responder a una apelación por parte de quien le observa. En definitiva, un recurso muy inteligente, utilizado por el artista, con la intención de establecer una relación cercana entre su obra y el espectador. Durante el siglo XVII como en el resto de Europa, el retrato se convirtió en el género que más protagonismo fue adquiriendo debido a la excelencia de la pintura italiana, como consecuencia de las nuevas estructuras sociales que se implantaron en el mundo occidental a lo largo de esta centuria, encarnando la expresión máxima de la transformación del gusto y la mentalidad de la nueva clientela, surgida entre la nobleza y la alta burguesía adinerada, que tomaría las riendas de la historia en este periodo. Mientras los círculos oficiales dieron preponderancia a otros géneros artísticos, como la pintura de historia, y el incipiente coleccionismo alentó la profusión de los cuadros de costumbres, el retrato acaparó la demanda de pintura destinada al ámbito más privado, como reflejo del valor de lo individual en la nueva sociedad. Este género encarna la presencia permanente de la imagen de sus protagonistas, para su disfrute reservado en la intimidad de un estudio, al calor cotidiano de un gabinete familiar o presidiendo los salones principales de la casa.
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