Escuela italiana; siglo XVIII. “Ninfas ofreciendo palomas en el altar de Venus”. Óleo sobre lienzo. Reentelado. Presenta repintes y desperfectos en el marco. Medidas. 51 x 61 cm; 67 x 77 cm (marco). En esta pintura al óleo sobre lienzo el pintor nos presenta un tema tomado de la antigua mitología grecolatina, protagonizada por un conjunto de ninfas que se dirigen hacia un altar sobre el que depositan distintas ofrendas. La escena se desarrolla en un entorno de paisaje que se inscribe dentro de un marco pictórico de formato oval. El escenario natural se desarrolla en profundidad por el lado izquierdo, abriéndose a un fondo montañoso azulado por la distancia, iluminado por un cielo crepuscular. Mientras que el lado derecho, queda cerrado al espectador, debido al altar dedicado a la diosa Venus, lo cual se describe por la representación de la escultura dorada. Dicha escultura adopta la forma de una mujer desnuda que se tapa púdicamente, acompañada de un niño con un arco, en alusión a cupido, el hijo de Venus. La representación de las “Venus púdicas” nace en la época clásica, y representaba la figura de la diosa Venus o Afrodita, sorprendida en el momento de salir del baño. Con esta excusa, los artistas griegos consiguieron representar la figura femenina desnuda, un tema que se introdujo en la estatuaria griega a finales de la época clásica y con ciertos recelos, a diferencia de la figura masculina desnuda, representada con total naturalidad desde época arcaica. Formalmente en esta obra domina la influencia del clasicismo romano-boloñés de los Carracci y sus seguidores, una de las dos grandes corrientes del barroco italiano, junto al naturalismo caravaggista. Así, las figuras son monumentales, de rostros idealizados y gestos serenos y equilibrados, en una representación idealizada cuya base parte de los cánones clásicos. También la retórica de los gestos, teatrales y elocuentes, netamente barrocos, es algo típico del clasicismo italiano del XVII. Cabe señalar asimismo la importancia del aspecto cromático, muy pensado, entonado y equilibrado, centrado en gamas básicas en torno al rojo, el ocre y el azul. También la forma de componer la escena, con un ritmo circular y cerrada por un lado mientras se abre a paisaje por el otro, es típico de esta escuela del clasicismo barroco. Sin embargo, pese al dominio de lo clásico se advierte una cierta influencia del naturalismo, especialmente en el aspecto lumínico. Así, la luz aunque es natural es dirigida, centrada en la escena principal y dejando el resto en penumbra, diferenciando así los diferentes planos del espacio y centrando la atención del espectador en la escena.
Escuela italiana; siglo XVIII. “Ninfas ofreciendo palomas en el altar de Venus”. Óleo sobre lienzo. Reentelado. Presenta repintes y desperfectos en el marco. Medidas. 51 x 61 cm; 67 x 77 cm (marco). En esta pintura al óleo sobre lienzo el pintor nos presenta un tema tomado de la antigua mitología grecolatina, protagonizada por un conjunto de ninfas que se dirigen hacia un altar sobre el que depositan distintas ofrendas. La escena se desarrolla en un entorno de paisaje que se inscribe dentro de un marco pictórico de formato oval. El escenario natural se desarrolla en profundidad por el lado izquierdo, abriéndose a un fondo montañoso azulado por la distancia, iluminado por un cielo crepuscular. Mientras que el lado derecho, queda cerrado al espectador, debido al altar dedicado a la diosa Venus, lo cual se describe por la representación de la escultura dorada. Dicha escultura adopta la forma de una mujer desnuda que se tapa púdicamente, acompañada de un niño con un arco, en alusión a cupido, el hijo de Venus. La representación de las “Venus púdicas” nace en la época clásica, y representaba la figura de la diosa Venus o Afrodita, sorprendida en el momento de salir del baño. Con esta excusa, los artistas griegos consiguieron representar la figura femenina desnuda, un tema que se introdujo en la estatuaria griega a finales de la época clásica y con ciertos recelos, a diferencia de la figura masculina desnuda, representada con total naturalidad desde época arcaica. Formalmente en esta obra domina la influencia del clasicismo romano-boloñés de los Carracci y sus seguidores, una de las dos grandes corrientes del barroco italiano, junto al naturalismo caravaggista. Así, las figuras son monumentales, de rostros idealizados y gestos serenos y equilibrados, en una representación idealizada cuya base parte de los cánones clásicos. También la retórica de los gestos, teatrales y elocuentes, netamente barrocos, es algo típico del clasicismo italiano del XVII. Cabe señalar asimismo la importancia del aspecto cromático, muy pensado, entonado y equilibrado, centrado en gamas básicas en torno al rojo, el ocre y el azul. También la forma de componer la escena, con un ritmo circular y cerrada por un lado mientras se abre a paisaje por el otro, es típico de esta escuela del clasicismo barroco. Sin embargo, pese al dominio de lo clásico se advierte una cierta influencia del naturalismo, especialmente en el aspecto lumínico. Así, la luz aunque es natural es dirigida, centrada en la escena principal y dejando el resto en penumbra, diferenciando así los diferentes planos del espacio y centrando la atención del espectador en la escena.
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