Escuela italiana; siglo XVIII. “Rebeca y Eliezer en el pozo”. Óleo sobre lienzo. Reentelado. Presenta repintes y restauraciones. Medidas: 120 x 145 cm; 139 x 166 cm (marco). La pintura narra un episodio procedente del Génesis (24: 18-20), relativo a la elección de una esposa para Isaac. Cuando sus días estaban tocando a su fin, Abraham empezó a pensar en encontrar una esposa para su hijo. No quería que éste se casara con una mujer de Canaán, la tierra en la que vivían, sino de Ur, donde él había nacido. Así, Abraham llamó a uno de sus criados, Eliezer, y le dijo que Dios le ayudaría a encontrar una esposa para Isaac entre los parientes que vivían en su tierra natal de Mesopotamia. El criado se puso en camino, y cuando llegó a las puertas de la ciudad donde vivía Najor, el hermano de Abraham, dejó que sus camellos descansaran cerca de un pozo. Allí rezó a Dios: “Yavé, Dios de mi amo Abraham, salme al encuentro hoy, y muéstrate benigno con mi señor Abraham. Voy a ponerme junto al pozo de agua mientras las mujeres de la ciudad vienen a buscar agua; la joven a quien yo dijere: inclina tu cántaro, te ruego, para que yo beba, y ella me respondiere: bebe tú y daré también de beber a tus camellos, sea la que tu destinas a tu siervo a Isaac”. Antes de que termine de hablar aparece Rebeca, joven virgen nieta de Najor, quien se dirige a llenar su cántaro de agua. Eliezer le pide un poco de agua de su cántaro, y ella se ofrece también a dar de beber a sus camellos. El siervo le ofrece entonces un anillo y dos brazaletes de oro, y le pregunta quién es y si puede pernoctar en la casa de su padre, a lo que ella accede. Eliezer narra toda su historia punto por punto, y la familia accede a que Rebeca vaya a casa de Abraham y contraiga matrimonio con Isaac. Formalmente en esta obra domina la influencia del clasicismo romano-boloñés de los Carracci y sus seguidores, una de las dos grandes corrientes del barroco italiano, junto al naturalismo caravaggista. Así, las figuras son monumentales, de rostros idealizados y gestos serenos y equilibrados, en una representación idealizada cuya base parte de los cánones clásicos. También la retórica de los gestos, teatrales y elocuentes, netamente barrocos, es algo típico del clasicismo italiano del XVII, heredado en el siglo XVIII. Cabe señalar asimismo la importancia del aspecto cromático, muy pensado, entonado y equilibrado, centrado en gamas básicas en torno al rojo, el ocre y el azul. También la forma de componer la escena, con un ritmo circular, típico de esta escuela del clasicismo barroco.
Escuela italiana; siglo XVIII. “Rebeca y Eliezer en el pozo”. Óleo sobre lienzo. Reentelado. Presenta repintes y restauraciones. Medidas: 120 x 145 cm; 139 x 166 cm (marco). La pintura narra un episodio procedente del Génesis (24: 18-20), relativo a la elección de una esposa para Isaac. Cuando sus días estaban tocando a su fin, Abraham empezó a pensar en encontrar una esposa para su hijo. No quería que éste se casara con una mujer de Canaán, la tierra en la que vivían, sino de Ur, donde él había nacido. Así, Abraham llamó a uno de sus criados, Eliezer, y le dijo que Dios le ayudaría a encontrar una esposa para Isaac entre los parientes que vivían en su tierra natal de Mesopotamia. El criado se puso en camino, y cuando llegó a las puertas de la ciudad donde vivía Najor, el hermano de Abraham, dejó que sus camellos descansaran cerca de un pozo. Allí rezó a Dios: “Yavé, Dios de mi amo Abraham, salme al encuentro hoy, y muéstrate benigno con mi señor Abraham. Voy a ponerme junto al pozo de agua mientras las mujeres de la ciudad vienen a buscar agua; la joven a quien yo dijere: inclina tu cántaro, te ruego, para que yo beba, y ella me respondiere: bebe tú y daré también de beber a tus camellos, sea la que tu destinas a tu siervo a Isaac”. Antes de que termine de hablar aparece Rebeca, joven virgen nieta de Najor, quien se dirige a llenar su cántaro de agua. Eliezer le pide un poco de agua de su cántaro, y ella se ofrece también a dar de beber a sus camellos. El siervo le ofrece entonces un anillo y dos brazaletes de oro, y le pregunta quién es y si puede pernoctar en la casa de su padre, a lo que ella accede. Eliezer narra toda su historia punto por punto, y la familia accede a que Rebeca vaya a casa de Abraham y contraiga matrimonio con Isaac. Formalmente en esta obra domina la influencia del clasicismo romano-boloñés de los Carracci y sus seguidores, una de las dos grandes corrientes del barroco italiano, junto al naturalismo caravaggista. Así, las figuras son monumentales, de rostros idealizados y gestos serenos y equilibrados, en una representación idealizada cuya base parte de los cánones clásicos. También la retórica de los gestos, teatrales y elocuentes, netamente barrocos, es algo típico del clasicismo italiano del XVII, heredado en el siglo XVIII. Cabe señalar asimismo la importancia del aspecto cromático, muy pensado, entonado y equilibrado, centrado en gamas básicas en torno al rojo, el ocre y el azul. También la forma de componer la escena, con un ritmo circular, típico de esta escuela del clasicismo barroco.
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