Escuela manierista española: siglo XVI. “La imposición de la casulla a San Idelfonso”. Óleo sobre tabla. Presenta restauraciones y repintes. Medidas: 146,5 x 66 cm; 152 x 72 cm (marco). En esta obra de formato vertical el autor aúna a un gran conjunto de personajes que se disponen siguiendo una composición triangular de carácter clásico, lo cual supone una fácil lectura y compresión del tema. En la zona inferior, arrodillado sobre el suelo, observamos la figura de un religioso. Sobre él, un ángel y la Virgen sostienen una casulla entre sus manos, con la intención de ponérsela al religioso. Un hecho característico que en la escena se puede apreciar como la Virgen, no apoya sus pies sobre el suelo, sino en una nube que clarifica su pertenecía a los cielos y por lo tanto al plano celestial de la imagen. Junto a la Virgen, y el ángel que flanquean los laterales de la escena, se puede observar todo un cortejo de angelitos que ascienden hasta la zona superior de la tabla, destacando entre ellos el que se encuentra ubicado tras la Virgen, portando la palma del martirio. Iconográficamente la escena recoge el momento en el que la Virgen impone la casulla a San Ildefonso. San Ildefonso de Toledo (Toledo, 607-667), hijo de padres visigodos y sobrino de san Eugenio III, fue arzobispo de Toledo entre el 657 y el 667, y es uno de los Padres de la Iglesia. Estudió en Sevilla bajo la tutela de san Isidoro, e ingresó en la orden de san Benito huyendo de sus padres, nobles que se oponían a su vida sacerdotal. Posteriormente sería elegido abad de Agalia, cerca de Toledo, y finalmente arzobispo. San Ildefonso unificó la liturgia en España, y escribió numerosas obras de carácter litúrgico y dogmático, particularmente sobre la Virgen María. El pasaje más conocido de su biografía es el milagro de su encuentro con la Virgen. La noche del 18 de diciembre de 665 san Ildefonso acudió a la iglesia para cantar himnos en honor a María, acompañado de sus clérigos y algunas otras personas. No obstante, al entrar encontraron la capilla brillando con una luz tan deslumbrante, que sintieron temor. Todos huyeron excepto Ildefonso y sus dos diáconos, que entraron y se acercaron al altar. Ante ellos se encontraba la Virgen María, sentada en la silla del obispo, rodeada por una compañía de vírgenes entonando cantos celestiales. María le hizo al santo una seña para que se acercara y, habiendo obedecido, ella fijó sus ojos sobre él y dijo: “Tú eres mi capellán y fiel notario. Recibe esta casulla la cual mi Hijo te envía de su tesorería”. Habiendo dicho esto, la Virgen misma lo invistió, dándole las instrucciones de usar la casilla solamente en los días festivos designados en su honor. Por las características técnicas, como el modelado de las formas, las tonalidades utilizadas, el tipo de composición, en incluso los detalles estéticos utilizados en el tratamiento de las telas que conforman la escena, esta obra puede inscribirse dentro de la escuela manierista. Los alargamientos de las anatomías, que se aprecian especialmente en la Virgen, y en el ángel que le ayuda a imponer la casulla, acercan la imagen a la citada escuela, de hecho, la musculatura del joven ángel indica un conocimiento por parte del autor, de las corrientes estéticas renacentistas. Sin embargo, cabe señalar que la figura de San Ildefonso, es mucho más hierática y rígida.
Escuela manierista española: siglo XVI. “La imposición de la casulla a San Idelfonso”. Óleo sobre tabla. Presenta restauraciones y repintes. Medidas: 146,5 x 66 cm; 152 x 72 cm (marco). En esta obra de formato vertical el autor aúna a un gran conjunto de personajes que se disponen siguiendo una composición triangular de carácter clásico, lo cual supone una fácil lectura y compresión del tema. En la zona inferior, arrodillado sobre el suelo, observamos la figura de un religioso. Sobre él, un ángel y la Virgen sostienen una casulla entre sus manos, con la intención de ponérsela al religioso. Un hecho característico que en la escena se puede apreciar como la Virgen, no apoya sus pies sobre el suelo, sino en una nube que clarifica su pertenecía a los cielos y por lo tanto al plano celestial de la imagen. Junto a la Virgen, y el ángel que flanquean los laterales de la escena, se puede observar todo un cortejo de angelitos que ascienden hasta la zona superior de la tabla, destacando entre ellos el que se encuentra ubicado tras la Virgen, portando la palma del martirio. Iconográficamente la escena recoge el momento en el que la Virgen impone la casulla a San Ildefonso. San Ildefonso de Toledo (Toledo, 607-667), hijo de padres visigodos y sobrino de san Eugenio III, fue arzobispo de Toledo entre el 657 y el 667, y es uno de los Padres de la Iglesia. Estudió en Sevilla bajo la tutela de san Isidoro, e ingresó en la orden de san Benito huyendo de sus padres, nobles que se oponían a su vida sacerdotal. Posteriormente sería elegido abad de Agalia, cerca de Toledo, y finalmente arzobispo. San Ildefonso unificó la liturgia en España, y escribió numerosas obras de carácter litúrgico y dogmático, particularmente sobre la Virgen María. El pasaje más conocido de su biografía es el milagro de su encuentro con la Virgen. La noche del 18 de diciembre de 665 san Ildefonso acudió a la iglesia para cantar himnos en honor a María, acompañado de sus clérigos y algunas otras personas. No obstante, al entrar encontraron la capilla brillando con una luz tan deslumbrante, que sintieron temor. Todos huyeron excepto Ildefonso y sus dos diáconos, que entraron y se acercaron al altar. Ante ellos se encontraba la Virgen María, sentada en la silla del obispo, rodeada por una compañía de vírgenes entonando cantos celestiales. María le hizo al santo una seña para que se acercara y, habiendo obedecido, ella fijó sus ojos sobre él y dijo: “Tú eres mi capellán y fiel notario. Recibe esta casulla la cual mi Hijo te envía de su tesorería”. Habiendo dicho esto, la Virgen misma lo invistió, dándole las instrucciones de usar la casilla solamente en los días festivos designados en su honor. Por las características técnicas, como el modelado de las formas, las tonalidades utilizadas, el tipo de composición, en incluso los detalles estéticos utilizados en el tratamiento de las telas que conforman la escena, esta obra puede inscribirse dentro de la escuela manierista. Los alargamientos de las anatomías, que se aprecian especialmente en la Virgen, y en el ángel que le ayuda a imponer la casulla, acercan la imagen a la citada escuela, de hecho, la musculatura del joven ángel indica un conocimiento por parte del autor, de las corrientes estéticas renacentistas. Sin embargo, cabe señalar que la figura de San Ildefonso, es mucho más hierática y rígida.
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