Escuela sevillana, circa 1800. “San Francisco recibiendo los estigmas”. Óleo sobre lienzo. Reentelado. Presenta marco de época. Medidas: 83 x 63 cm; 92 x71 cm (marco). La llamada “Estigmatización” tuvo lugar en septiembre de 1224, en el Monte Alvernia. San Francisco decidió hacerse construir una cabaña para aislarse en ese monte, orando, con fray León trayéndole pan y agua, hermano que fue testigo de varios milagros, entre los que destaca el relatado en esta obra. Según la narración de San Buenaventura, se le habría aparecido el Nazareno crucificado, rodeado por seis alas angélicas, imprimiendo al santo las señales de la Crucifixión en manos, pies y costado, heridas que conservaría durante el resto de su vida, intentando esconderlas a la vista de la gente. San Francisco (Asís, Italia, 1182 – 1226) era hijo de un rico comerciante italiano. Bautizado como Juan, pronto fue conocido como “Francesco” (el pequeño francés), porque su madre provenía de dicho país. Su juventud fue alegre y despreocupada hasta los veinticinco años, momento en que cambia totalmente y empieza a dedicarse al servicio de Dios practicando el ideal evangélico: pureza, desprendimiento y alegría en la paz. Francesco renuncia a la gran herencia recibida de sus padres y decide vivir pobremente, dando ejemplo de auténtico cristiano. Pronto contó con varios jóvenes discípulos, llamados por el santo “orden de los Hermanos menores”. En 1210, el papa Inocencio III les concede la fundación de la nueva orden, además de animarles en sus tareas evangélicas. Durante un retiro en el monte se le apareció Cristo, y cuenta la leyenda que de sus llagas salieron rayos que causaron a Francisco varios estigmas. Fue un personaje de leyenda en vida, considerado una reliquia viviente. Asimismo, su exquisita poesía y su familiaridad con la naturaleza le añaden el acento más humano conocido en un santo, como se puede apreciar en su “Cántico al Sol”.
Escuela sevillana, circa 1800. “San Francisco recibiendo los estigmas”. Óleo sobre lienzo. Reentelado. Presenta marco de época. Medidas: 83 x 63 cm; 92 x71 cm (marco). La llamada “Estigmatización” tuvo lugar en septiembre de 1224, en el Monte Alvernia. San Francisco decidió hacerse construir una cabaña para aislarse en ese monte, orando, con fray León trayéndole pan y agua, hermano que fue testigo de varios milagros, entre los que destaca el relatado en esta obra. Según la narración de San Buenaventura, se le habría aparecido el Nazareno crucificado, rodeado por seis alas angélicas, imprimiendo al santo las señales de la Crucifixión en manos, pies y costado, heridas que conservaría durante el resto de su vida, intentando esconderlas a la vista de la gente. San Francisco (Asís, Italia, 1182 – 1226) era hijo de un rico comerciante italiano. Bautizado como Juan, pronto fue conocido como “Francesco” (el pequeño francés), porque su madre provenía de dicho país. Su juventud fue alegre y despreocupada hasta los veinticinco años, momento en que cambia totalmente y empieza a dedicarse al servicio de Dios practicando el ideal evangélico: pureza, desprendimiento y alegría en la paz. Francesco renuncia a la gran herencia recibida de sus padres y decide vivir pobremente, dando ejemplo de auténtico cristiano. Pronto contó con varios jóvenes discípulos, llamados por el santo “orden de los Hermanos menores”. En 1210, el papa Inocencio III les concede la fundación de la nueva orden, además de animarles en sus tareas evangélicas. Durante un retiro en el monte se le apareció Cristo, y cuenta la leyenda que de sus llagas salieron rayos que causaron a Francisco varios estigmas. Fue un personaje de leyenda en vida, considerado una reliquia viviente. Asimismo, su exquisita poesía y su familiaridad con la naturaleza le añaden el acento más humano conocido en un santo, como se puede apreciar en su “Cántico al Sol”.
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