MANUEL GARCÍA Y RODRÍGUEZ (Sevilla, 1863 – 1925). “Granada”, 1920, Acuarela sobre papel. Firmado y fechado en la zona inferior izquierda. Medidas: 29 x 42,5 cm; 44 x 58 cm (marco). García y Rodríguez inició su formación con José de la Vega Marrugal, para a continuación pasar a la Escuela de Bellas Artes de Sevilla, donde fue discípulo de Eduardo Cano y Manuel Wssel. En un principio se dedicará a la figura, pero determinadas circunstancias, entre ellas la impronta y la fascinación ejercidas por Marín Rico y Fortuny entre los jóvenes artistas sevillanos, así como los éxitos comerciales durante los primeros viajes de Sánchez Perrier al extranjero, le hacen inclinarse definitivamente por el género del paisaje, que será desde entonces prácticamente su único tema. Concurrió habitualmente a las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes, logrando ya en 1887 una tercera medalla por la obra “Orillas del Guadalquivir”. Obtuvo asimismo segundas medallas en 1890, por “La tarde”, y en 1895, por “Tarde de otoño”. También participó en las Exposiciones de Bellas Artes de Sevilla, desde 1921 hasta su muerte. En 1888 tomó parte en la Exposición Universal de Barcelona, y al año siguiente lo hizo en la Universal de París. En 1891 su obra “Entrada a una huerta en Sevilla” es adquirida por el Museo de Barcelona en la I Exposición General de Bellas Artes; ese mismo año el estado de Prusia adquiere su obra “Sevilla” en la Internacional de Berlín. Durante los años siguientes mostrará también sus obras en exposiciones de Chicago y Munich. En torno a 1893 realizó una visita a Marruecos, recientemente también visitado por otros sevillanos como Sánchez Perrier o Gonzalo Bilbao, donde regresará de nuevo en 1904. En 1889 es nombrado miembro de la Academia de San Fernando de Madrid, y entre 1902 y 1903 fue miembro activo del Centro de Bellas Artes del Ateneo de Sevilla. Fue ilustrador además de pintor, y en esta disciplina colaboró con el semanario “Blanco y Negro”, y también con “La Ilustración Artística”. García y Rodríguez reflejó en sus lienzos los rincones más típicos de la tierra sevillana, como las orillas del Guadalquivir y el Guadaira, los rincones del Alcázar y los barrios sevillanos. Perteneció a la colonia de paisajistas de Alcalá de Guadaira, fundada por Emilio Sánchez Perrier, de la que también formó parte Jiménez Aranda. Este grupo, influenciado por Corot y la escuela de Barbizon, frecuentaba los aldeaños y extramuros de esta localidad sevillana, cuyos rincones y vistas de las orillas del Guadalquivir se convirtieron en una constante dentro de su producción. García y Rodríguez está actualmente representado en el Museo del Prado (obra en depósito en el Municipal de Málaga), el Nacional de La Habana, el de Bellas Artes de Sevilla y el Thyssen-Bornemisza, entre otros.
MANUEL GARCÍA Y RODRÍGUEZ (Sevilla, 1863 – 1925). “Granada”, 1920, Acuarela sobre papel. Firmado y fechado en la zona inferior izquierda. Medidas: 29 x 42,5 cm; 44 x 58 cm (marco). García y Rodríguez inició su formación con José de la Vega Marrugal, para a continuación pasar a la Escuela de Bellas Artes de Sevilla, donde fue discípulo de Eduardo Cano y Manuel Wssel. En un principio se dedicará a la figura, pero determinadas circunstancias, entre ellas la impronta y la fascinación ejercidas por Marín Rico y Fortuny entre los jóvenes artistas sevillanos, así como los éxitos comerciales durante los primeros viajes de Sánchez Perrier al extranjero, le hacen inclinarse definitivamente por el género del paisaje, que será desde entonces prácticamente su único tema. Concurrió habitualmente a las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes, logrando ya en 1887 una tercera medalla por la obra “Orillas del Guadalquivir”. Obtuvo asimismo segundas medallas en 1890, por “La tarde”, y en 1895, por “Tarde de otoño”. También participó en las Exposiciones de Bellas Artes de Sevilla, desde 1921 hasta su muerte. En 1888 tomó parte en la Exposición Universal de Barcelona, y al año siguiente lo hizo en la Universal de París. En 1891 su obra “Entrada a una huerta en Sevilla” es adquirida por el Museo de Barcelona en la I Exposición General de Bellas Artes; ese mismo año el estado de Prusia adquiere su obra “Sevilla” en la Internacional de Berlín. Durante los años siguientes mostrará también sus obras en exposiciones de Chicago y Munich. En torno a 1893 realizó una visita a Marruecos, recientemente también visitado por otros sevillanos como Sánchez Perrier o Gonzalo Bilbao, donde regresará de nuevo en 1904. En 1889 es nombrado miembro de la Academia de San Fernando de Madrid, y entre 1902 y 1903 fue miembro activo del Centro de Bellas Artes del Ateneo de Sevilla. Fue ilustrador además de pintor, y en esta disciplina colaboró con el semanario “Blanco y Negro”, y también con “La Ilustración Artística”. García y Rodríguez reflejó en sus lienzos los rincones más típicos de la tierra sevillana, como las orillas del Guadalquivir y el Guadaira, los rincones del Alcázar y los barrios sevillanos. Perteneció a la colonia de paisajistas de Alcalá de Guadaira, fundada por Emilio Sánchez Perrier, de la que también formó parte Jiménez Aranda. Este grupo, influenciado por Corot y la escuela de Barbizon, frecuentaba los aldeaños y extramuros de esta localidad sevillana, cuyos rincones y vistas de las orillas del Guadalquivir se convirtieron en una constante dentro de su producción. García y Rodríguez está actualmente representado en el Museo del Prado (obra en depósito en el Municipal de Málaga), el Nacional de La Habana, el de Bellas Artes de Sevilla y el Thyssen-Bornemisza, entre otros.
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