Taller de PEDRO DE ORRENTE (Murcia, 1580 – Valencia, 1645). “Alegoría del invierno”. Óleo sobre lienzo. Posee repintes y restauraciones. Presenta marco siguiendo modelos antiguos. Medidas: 144 x 162 cm; 156 x 174 cm (marco). En un primer plano, el autor estructura a dos grupos de personajes; en la zona derecha un joven subido a una escalera recoge leña, mientras que en la zona inferior otro parece transportar un fardo con las ramas que le proporciona su compañero. En el otro extremo de la imagen varios personajes se reúnen en torno a una hoguera, dos niños, una mujer y un hombre, todos ellos tratando de entrar en calor. En un segundo plano, una pareja reparte la comida y finalmente se puede apreciar a tres personajes que parece que se dirigen a cazar, uno con su escopeta y dos con halcones que facilitan dicha práctica. Finalmente, la escena se completa con un paisaje y una gran montaña en último plano. Las figuras destacan por sus grandes dimensiones y la rotundidad de las formas, mostrando así un gran protagonismo respecto al paisaje. Debido a las características técnicas que muestra la obra, cabe citar que es cercana al taller de Pedro Orrente. Conocido como “el Bassano español”, Pedro Orrente fue un artista de gran éxito en su tiempo, admirado como seguidor de las fórmulas de la célebre familia de artistas de Venecia, sobre todo en la realización de series de temas del Antiguo Testamento ambientados en frondosos paisajes. Vivió en varias ciudades españolas, trasladándose muy joven de su Murcia natal a Toledo, donde ya se encontraba en 1600. Si la fama de las obras de los Bassano era enorme en toda España, el clima en la ciudad castellana debía ser especialmente receptivo a su pintura, como dejan constancia las obras de los mejores maestros que allí trabajaban. No es de extrañar por tanto que Orrente, que poco después viajaría a Italia, se dirigiese a Venecia, donde lo encontramos ya en 1605. Es bastante razonable pensar en su paso por el taller de Leandro Bassano, que Jusepe Martínez catalogaba como su maestro. En 1607 se encuentra ya de regreso en España, instalado en Murcia. Sigue visitando otras ciudades españolas, especialmente Toledo y Valencia, aunque también debió pasar temporadas en Madrid. Durante su estancia en Venecia no sólo debió de aprender las maneras pictóricas de los Bassano sino que, además, asumiría su concepción de la pintura como una actividad orientada al mercado. En este sentido será fundamental el tratamiento de los temas sacros como escenas de género. Se trata, sobre todo, de animadas series de historias bíblicas con las que los aficionados podían sentirse halagados por la variedad y el dinamismo de las obras, pobladas por un gran número de personajes inscritos en paisajes, y acompañados por todo tipo de animales y objetos cotidianos. En los inventarios contemporáneos se cita un gran número de obras de Orrente, por lo que deducimos que para realizar tan amplia producción el pintor debió de contar con un obrador muy bien constituido, que repetía los modelos establecidos por el maestro. Esta circunstancia también explica las enormes diferencias de calidad que se pueden encontrar en las obras catalogadas de este artista. Pero, a pesar de que fue ya destacado en las fuentes antiguas por sus lienzos bassanescos, Orrente demostró también su pericia y versatilidad en otro tipo de trabajos. Habiendo conocido de primera mano las creaciones de los grandes maestros venecianos, supo adoptar para sus obras las enseñanzas de Tiziano, Tintoretto y Ver
Taller de PEDRO DE ORRENTE (Murcia, 1580 – Valencia, 1645). “Alegoría del invierno”. Óleo sobre lienzo. Posee repintes y restauraciones. Presenta marco siguiendo modelos antiguos. Medidas: 144 x 162 cm; 156 x 174 cm (marco). En un primer plano, el autor estructura a dos grupos de personajes; en la zona derecha un joven subido a una escalera recoge leña, mientras que en la zona inferior otro parece transportar un fardo con las ramas que le proporciona su compañero. En el otro extremo de la imagen varios personajes se reúnen en torno a una hoguera, dos niños, una mujer y un hombre, todos ellos tratando de entrar en calor. En un segundo plano, una pareja reparte la comida y finalmente se puede apreciar a tres personajes que parece que se dirigen a cazar, uno con su escopeta y dos con halcones que facilitan dicha práctica. Finalmente, la escena se completa con un paisaje y una gran montaña en último plano. Las figuras destacan por sus grandes dimensiones y la rotundidad de las formas, mostrando así un gran protagonismo respecto al paisaje. Debido a las características técnicas que muestra la obra, cabe citar que es cercana al taller de Pedro Orrente. Conocido como “el Bassano español”, Pedro Orrente fue un artista de gran éxito en su tiempo, admirado como seguidor de las fórmulas de la célebre familia de artistas de Venecia, sobre todo en la realización de series de temas del Antiguo Testamento ambientados en frondosos paisajes. Vivió en varias ciudades españolas, trasladándose muy joven de su Murcia natal a Toledo, donde ya se encontraba en 1600. Si la fama de las obras de los Bassano era enorme en toda España, el clima en la ciudad castellana debía ser especialmente receptivo a su pintura, como dejan constancia las obras de los mejores maestros que allí trabajaban. No es de extrañar por tanto que Orrente, que poco después viajaría a Italia, se dirigiese a Venecia, donde lo encontramos ya en 1605. Es bastante razonable pensar en su paso por el taller de Leandro Bassano, que Jusepe Martínez catalogaba como su maestro. En 1607 se encuentra ya de regreso en España, instalado en Murcia. Sigue visitando otras ciudades españolas, especialmente Toledo y Valencia, aunque también debió pasar temporadas en Madrid. Durante su estancia en Venecia no sólo debió de aprender las maneras pictóricas de los Bassano sino que, además, asumiría su concepción de la pintura como una actividad orientada al mercado. En este sentido será fundamental el tratamiento de los temas sacros como escenas de género. Se trata, sobre todo, de animadas series de historias bíblicas con las que los aficionados podían sentirse halagados por la variedad y el dinamismo de las obras, pobladas por un gran número de personajes inscritos en paisajes, y acompañados por todo tipo de animales y objetos cotidianos. En los inventarios contemporáneos se cita un gran número de obras de Orrente, por lo que deducimos que para realizar tan amplia producción el pintor debió de contar con un obrador muy bien constituido, que repetía los modelos establecidos por el maestro. Esta circunstancia también explica las enormes diferencias de calidad que se pueden encontrar en las obras catalogadas de este artista. Pero, a pesar de que fue ya destacado en las fuentes antiguas por sus lienzos bassanescos, Orrente demostró también su pericia y versatilidad en otro tipo de trabajos. Habiendo conocido de primera mano las creaciones de los grandes maestros venecianos, supo adoptar para sus obras las enseñanzas de Tiziano, Tintoretto y Ver
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