Círculo de IL GUERCINO (Cento, Italia, 1591-Bolonia, 1666); segunda mitad del siglo XVIII. “San Jerónimo penitente”. Óleo sobre lienzo. Conserva tela original. Presenta repintes y restauraciones. Posee marco del siglo XX. Medidas: 114 x 91 cm; 119 x 96 cm (marco). En este lienzo se aborda el tema de san Jerónimo penitente, a través de una composición clásica, en la cual el autor dispone al santo en un interior sobrio, en el que se elimina cualquier detalle anecdótico que pueda enturbiar el mensaje de trasmisión de la fe cristiana y la devoción. Uno de los cuatro grandes Doctores de la Iglesia Latina, San Jerónimo nació cerca de Aquilea (Italia) en el año 347. Formado en Roma, fue un retórico consumado, además de políglota. Bautizado a los diecinueve años de edad, entre los años 375 y 378 se retiró al desierto de Siria para llevar una existencia de anacoreta. Regresó a Roma en el 382 y se convirtió en colaborador del papa Dámaso. Una de las representaciones más frecuentes de este santo es su penitencia en el desierto. Sus atributos son la piedra que emplea para golpearse el pecho y la calavera sobre la que medita. También el capelo cardenalicio (o bien un manto rojo), a pesar de que nunca fue cardenal, y el león domesticado. Este último procede de una historia de la “Leyenda Dorada”, donde se narra que un día, cuando explicaba la Biblia a los monjes de su convento, vio llegar a un león que cojeaba. Le extrajo la espina de la pata, y desde entonces lo mantuvo a su servicio, encargándole que cuidase de su asno mientras pacía. Unos mercaderes robaron el asno, y el león lo recuperó, devolviéndoselo al santo sin herir al animal. Por sus características técnicas es posible relación esta pieza con el circulo artístico de Guercino, quien fue uno de los artistas italianos más aclamados en la primera mitad del siglo XVII. Había nacido en la localidad de Cento, en la provincia de Ferrara. Las principales influencias que formaron su estilo fueron la de los boloñeses; Ludovico Carracci, su primo Aníbal Carracci y el ferrarés Ippolito Scarsella. Aparte de una estancia de dos años en Roma durante el papado del boloñés Gregorio XV Ludovisi, su actividad se desarrolló en su pueblo natal hasta que en 1642 se trasladó a la vecina Bolonia. Tenía unos veinticinco años cuando llamó la atención de sus primeros clientes importantes, entre ellos el cardenal Alessandro Ludovisi, arzobispo de Bolonia; el cardenal Jacopo Serra, legado pontificio en Ferrara; el gran duque Cosme II de Toscana y el duque Fernando Gonzaga de Mantua. Ya mediada la década de 1620 rechazó invitaciones para trabajar fuera de Italia, de Carlos I de Inglaterra entre otros. Parece haber sido reacio a entrar en competencia directa con sus rivales boloñeses, sobre todo con Guido Reni que desde 1610 aproximadamente era el pintor más celebrado de Italia. La mayor parte de su abundante producción está formada por cuadros de altar y de caballete, pero en la primera mitad de su carrera también pintó frescos en Cento, Bolonia, Roma (la Aurora del techo del Casino Ludovisi) y la catedral de Piacenza (1626-1627). Su primer estilo, «tenebrista», se caracteriza por la iluminación dramática, los colores saturados y las composiciones agitadas. La estancia en Roma le llevó a modificar gradualmente su estilo hacia un lenguaje mucho más idealizado y clásico, con composiciones más sosegadas y estructuradas, contornos más elegantes, una paleta en general más clara y rica en tonos pastel.
Círculo de IL GUERCINO (Cento, Italia, 1591-Bolonia, 1666); segunda mitad del siglo XVIII. “San Jerónimo penitente”. Óleo sobre lienzo. Conserva tela original. Presenta repintes y restauraciones. Posee marco del siglo XX. Medidas: 114 x 91 cm; 119 x 96 cm (marco). En este lienzo se aborda el tema de san Jerónimo penitente, a través de una composición clásica, en la cual el autor dispone al santo en un interior sobrio, en el que se elimina cualquier detalle anecdótico que pueda enturbiar el mensaje de trasmisión de la fe cristiana y la devoción. Uno de los cuatro grandes Doctores de la Iglesia Latina, San Jerónimo nació cerca de Aquilea (Italia) en el año 347. Formado en Roma, fue un retórico consumado, además de políglota. Bautizado a los diecinueve años de edad, entre los años 375 y 378 se retiró al desierto de Siria para llevar una existencia de anacoreta. Regresó a Roma en el 382 y se convirtió en colaborador del papa Dámaso. Una de las representaciones más frecuentes de este santo es su penitencia en el desierto. Sus atributos son la piedra que emplea para golpearse el pecho y la calavera sobre la que medita. También el capelo cardenalicio (o bien un manto rojo), a pesar de que nunca fue cardenal, y el león domesticado. Este último procede de una historia de la “Leyenda Dorada”, donde se narra que un día, cuando explicaba la Biblia a los monjes de su convento, vio llegar a un león que cojeaba. Le extrajo la espina de la pata, y desde entonces lo mantuvo a su servicio, encargándole que cuidase de su asno mientras pacía. Unos mercaderes robaron el asno, y el león lo recuperó, devolviéndoselo al santo sin herir al animal. Por sus características técnicas es posible relación esta pieza con el circulo artístico de Guercino, quien fue uno de los artistas italianos más aclamados en la primera mitad del siglo XVII. Había nacido en la localidad de Cento, en la provincia de Ferrara. Las principales influencias que formaron su estilo fueron la de los boloñeses; Ludovico Carracci, su primo Aníbal Carracci y el ferrarés Ippolito Scarsella. Aparte de una estancia de dos años en Roma durante el papado del boloñés Gregorio XV Ludovisi, su actividad se desarrolló en su pueblo natal hasta que en 1642 se trasladó a la vecina Bolonia. Tenía unos veinticinco años cuando llamó la atención de sus primeros clientes importantes, entre ellos el cardenal Alessandro Ludovisi, arzobispo de Bolonia; el cardenal Jacopo Serra, legado pontificio en Ferrara; el gran duque Cosme II de Toscana y el duque Fernando Gonzaga de Mantua. Ya mediada la década de 1620 rechazó invitaciones para trabajar fuera de Italia, de Carlos I de Inglaterra entre otros. Parece haber sido reacio a entrar en competencia directa con sus rivales boloñeses, sobre todo con Guido Reni que desde 1610 aproximadamente era el pintor más celebrado de Italia. La mayor parte de su abundante producción está formada por cuadros de altar y de caballete, pero en la primera mitad de su carrera también pintó frescos en Cento, Bolonia, Roma (la Aurora del techo del Casino Ludovisi) y la catedral de Piacenza (1626-1627). Su primer estilo, «tenebrista», se caracteriza por la iluminación dramática, los colores saturados y las composiciones agitadas. La estancia en Roma le llevó a modificar gradualmente su estilo hacia un lenguaje mucho más idealizado y clásico, con composiciones más sosegadas y estructuradas, contornos más elegantes, una paleta en general más clara y rica en tonos pastel.
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