Escuela de LUCA GIORDANO (Nápoles, 1634 – 1705). “San José con el Niño”. Óleo sobre lienzo. Conserva la tela original. Presenta repintes y restauraciones sobre la capa pictórica. Posee redorado en el marco. Medidas: 77 x 59 cm: 91 x 72,5 cm (marco). En la obra se muestra a san José, identificado por la vara florida, sentado con el Niño en su regazo, en una escena familiar llena de ternura típica del maestro sevillano. Hasta la Contrarreforma, lo más común era que la figura de san José permaneciera en un segundo plano, dado que no se le otorgaba ninguna importancia teológica. Sin embargo, a partir de Trento se recuperará su papel protagonista como protector de Jesús durante su infancia, como guía durante sus años de juventud, y como tal se representa aquí. Frente a la ternura, indefensión y candidez de la figura infantil, san José se presenta como un personaje monumental, típicamente barroco, impresión que queda reforzada por la composición piramidal. Mediante esta forma de representación, el autor realza visualmente el papel decisivo como protector del padre putativo de Jesús. Por las características técnicas, como la luz dirigirá, la sobriedad en la paleta de colores y la composición de la escena, se puede inscribir esta escena en pleno barroco italiano, en especial vinculada al círculo artístico de Luca Giordano (Nápoles, 1634-1705), quien realizó escenas muy similares a la aquí presente. Giordano gozó en vida, tanto en Italia como en España, de gran popularidad. En la maduración de su estilo influyeron artistas como Mattia Preti, Rubens, Bernini y, sobre todo, Pietro da Cortona, cuyos tipos físicos inspiraron los de Giordano. Durante los últimos años de la década de 1670 comenzó sus grandes decoraciones murales (Montecassino, 1677-1678, y San Gregorio Armeno, Nápoles, 1679), a las que siguió, a partir de 1682, la cúpula de la capilla Corsini en la iglesia del Carmen (Florencia) y las de la galería y la biblioteca del Palacio Médici Ricardi (Florencia). En 1692 fue llamado a Madrid para llevar a cabo las decoraciones murales del monasterio de El Escorial, tanto en la escalera como en las bóvedas de la basílica, donde trabajó entre 1692 y 1694. La primera constituye su obra más esmerada, cuyo proceso siguió muy de cerca el propio monarca, Carlos II. A esta siguió la decoración del despacho y dormitorio (destruido) del monarca en el Palacio Real de Aranjuez. Después se le encargó el del Casón del Buen Retiro (h. 1697); la sacristía de la catedral de Toledo (1698); la decoración de la real capilla del Alcázar (destruido); y San Antonio de los portugueses (1699), donde Giordano representó ocho escenas de la vida de san Antonio de Padua pintadas sobre tapices. La llegada de Felipe V en 1701 y el inicio de la Guerra de Sucesión provocaron el fin de los encargos reales y su vuelta a Nápoles, aunque continuó enviando pinturas a España.
Escuela de LUCA GIORDANO (Nápoles, 1634 – 1705). “San José con el Niño”. Óleo sobre lienzo. Conserva la tela original. Presenta repintes y restauraciones sobre la capa pictórica. Posee redorado en el marco. Medidas: 77 x 59 cm: 91 x 72,5 cm (marco). En la obra se muestra a san José, identificado por la vara florida, sentado con el Niño en su regazo, en una escena familiar llena de ternura típica del maestro sevillano. Hasta la Contrarreforma, lo más común era que la figura de san José permaneciera en un segundo plano, dado que no se le otorgaba ninguna importancia teológica. Sin embargo, a partir de Trento se recuperará su papel protagonista como protector de Jesús durante su infancia, como guía durante sus años de juventud, y como tal se representa aquí. Frente a la ternura, indefensión y candidez de la figura infantil, san José se presenta como un personaje monumental, típicamente barroco, impresión que queda reforzada por la composición piramidal. Mediante esta forma de representación, el autor realza visualmente el papel decisivo como protector del padre putativo de Jesús. Por las características técnicas, como la luz dirigirá, la sobriedad en la paleta de colores y la composición de la escena, se puede inscribir esta escena en pleno barroco italiano, en especial vinculada al círculo artístico de Luca Giordano (Nápoles, 1634-1705), quien realizó escenas muy similares a la aquí presente. Giordano gozó en vida, tanto en Italia como en España, de gran popularidad. En la maduración de su estilo influyeron artistas como Mattia Preti, Rubens, Bernini y, sobre todo, Pietro da Cortona, cuyos tipos físicos inspiraron los de Giordano. Durante los últimos años de la década de 1670 comenzó sus grandes decoraciones murales (Montecassino, 1677-1678, y San Gregorio Armeno, Nápoles, 1679), a las que siguió, a partir de 1682, la cúpula de la capilla Corsini en la iglesia del Carmen (Florencia) y las de la galería y la biblioteca del Palacio Médici Ricardi (Florencia). En 1692 fue llamado a Madrid para llevar a cabo las decoraciones murales del monasterio de El Escorial, tanto en la escalera como en las bóvedas de la basílica, donde trabajó entre 1692 y 1694. La primera constituye su obra más esmerada, cuyo proceso siguió muy de cerca el propio monarca, Carlos II. A esta siguió la decoración del despacho y dormitorio (destruido) del monarca en el Palacio Real de Aranjuez. Después se le encargó el del Casón del Buen Retiro (h. 1697); la sacristía de la catedral de Toledo (1698); la decoración de la real capilla del Alcázar (destruido); y San Antonio de los portugueses (1699), donde Giordano representó ocho escenas de la vida de san Antonio de Padua pintadas sobre tapices. La llegada de Felipe V en 1701 y el inicio de la Guerra de Sucesión provocaron el fin de los encargos reales y su vuelta a Nápoles, aunque continuó enviando pinturas a España.
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