Escuela valenciana, siglo XVII. “Tota Pulchra o Inmaculada Concepción”. Óleo sobre cristal. Medidas: 44 x 36 cm., 59 x 51 cm. (marco) Nos encontramos ante una interesante pintura que tiene por protagonista uno de los motivos iconográficos marianos más misteriosos del arte cristiano. El llamado “Tota Pulchra” es un tipo iconográfico que está íntimamente relacionado con el misterio y dogma de la Inmaculada Concepción. Si bien no se sabe el momento del surgimiento en el arte de esta representación (posiblemente en torno al siglo XV), durante el siglo XVI se fusionó con los tipos de la Amicta Sole y con la Ipsa contedet caput tum. Así pues, en la pintura encontramos a la Virgen María vestida con los tradicionales colores blanco y azul y con las manos unidas en posición orante. Esta forma de representarla tan rígida (llamada Virgen columna), es muy habitual en el ámbito valenciano, pues deriva de las composiciones pictóricas de Juan de Joanes, muy querido en la Valencia del Renacimiento y el Barroco. Su manto y su contorno irradian luz, representando a la mujer vestida de sol que aparece en el Apocalipsis de san Juan (la Amicta Sole). Su posición sobre una media luna que pisa sin piedad a un ser infernal liga directamente la pintura con la Inmaculada Concepción tradicional. Todos los elementos que rodean a la Virgen, como las fuentes, las plantas y los elementos arquitectónicos, responden a los títulos de honor glosados en las letanías. También los colores utilizados por el pintor responden a una simbología preestablecida, así la túnica es de color jacinto, el color de la pureza, y el manto de un intenso azul celeste, el color de la eternidad. Por último, cabe resaltar la importancia que había en los territorios de la Monarquía Hispánica hacia el dogma de la Inmaculada Concepción, un culto tan fuerte que llegó a exportarse en las conquistas de América Latina, así como en el resto de la cristiandad católica.
Escuela valenciana, siglo XVII. “Tota Pulchra o Inmaculada Concepción”. Óleo sobre cristal. Medidas: 44 x 36 cm., 59 x 51 cm. (marco) Nos encontramos ante una interesante pintura que tiene por protagonista uno de los motivos iconográficos marianos más misteriosos del arte cristiano. El llamado “Tota Pulchra” es un tipo iconográfico que está íntimamente relacionado con el misterio y dogma de la Inmaculada Concepción. Si bien no se sabe el momento del surgimiento en el arte de esta representación (posiblemente en torno al siglo XV), durante el siglo XVI se fusionó con los tipos de la Amicta Sole y con la Ipsa contedet caput tum. Así pues, en la pintura encontramos a la Virgen María vestida con los tradicionales colores blanco y azul y con las manos unidas en posición orante. Esta forma de representarla tan rígida (llamada Virgen columna), es muy habitual en el ámbito valenciano, pues deriva de las composiciones pictóricas de Juan de Joanes, muy querido en la Valencia del Renacimiento y el Barroco. Su manto y su contorno irradian luz, representando a la mujer vestida de sol que aparece en el Apocalipsis de san Juan (la Amicta Sole). Su posición sobre una media luna que pisa sin piedad a un ser infernal liga directamente la pintura con la Inmaculada Concepción tradicional. Todos los elementos que rodean a la Virgen, como las fuentes, las plantas y los elementos arquitectónicos, responden a los títulos de honor glosados en las letanías. También los colores utilizados por el pintor responden a una simbología preestablecida, así la túnica es de color jacinto, el color de la pureza, y el manto de un intenso azul celeste, el color de la eternidad. Por último, cabe resaltar la importancia que había en los territorios de la Monarquía Hispánica hacia el dogma de la Inmaculada Concepción, un culto tan fuerte que llegó a exportarse en las conquistas de América Latina, así como en el resto de la cristiandad católica.
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