Escuela Virreinal; Méjico o Guatemala; siglo XVIII. “Calvario”. Óleo sobre lienzo. Reentelado. Presenta restauraciones y repintes. Medidas: 72 x 59 cm; 78 x 35 cm (marco). Este lienzo muestra la Crucifixión con la Virgen, y San Juan Evangelista a los pies, una forma iconográfica evolucionada de la original Déesis bizantina, que representaba a Cristo en Majestad acompañado de María y san Juan Bautista. En el arte occidental se prefirió la representación de Cristo en la cruz, a modo de escena narrativa, y se sustituyó la figura de san Juan Bautista por la de Juan el Evangelista. Una imagen que en su concepción y su forma son el resultado de la expresión surgida del pueblo y de los sentimientos más hondos que en él anidaban. Quebrantada la economía del Estado, en decadencia la nobleza y cargado de fuertes gravámenes el alto clero, fueron los monasterios, las parroquias y las cofradías de clérigos y seglares los que impulsaron su desarrollo, siendo costeadas las obras en ocasiones mediante suscripción popular. La pintura se vio así abocada a plasmar los ideales imperantes en estos ambientes, que no eran otros que los religiosos, en un momento en el que la doctrina contrarreformista exigía al arte un lenguaje realista para que el fiel comprendiera y se identificara con lo representado, y una expresión dotada de un intenso contenido emocional para incrementar el fervor y la devoción del pueblo. El asunto religioso es, por consiguiente, la temática preferente de la escultura española de este período, que parte en las primeras décadas del siglo de un prioritario interés por captar el natural, para ir intensificando progresivamente a lo largo de la centuria la plasmación de valores expresivos, lo que consigue mediante el movimiento y la variedad de los gestos, la utilización de recursos lumínicos y la representación de estados anímicos y sentimientos. Cabe citar que durante la dominación colonial española, se desarrolló una pintura principalmente religiosa, destinada a cristianizar a los pueblos indígenas. Los pintores locales tenían como modelo las obras españolas, que seguían de forma literal en cuanto a tipos e iconografía. Los modelos más frecuentes fueron los ángeles arcabuceros y las vírgenes triangulares, sin embargo, en los primeros años del siglo XIX, ya en tiempos de la independencia y apertura política de algunas de las colonias, varios artistas comenzaron a representar un nuevo modelo de pintura con una identidad propia.
Escuela Virreinal; Méjico o Guatemala; siglo XVIII. “Calvario”. Óleo sobre lienzo. Reentelado. Presenta restauraciones y repintes. Medidas: 72 x 59 cm; 78 x 35 cm (marco). Este lienzo muestra la Crucifixión con la Virgen, y San Juan Evangelista a los pies, una forma iconográfica evolucionada de la original Déesis bizantina, que representaba a Cristo en Majestad acompañado de María y san Juan Bautista. En el arte occidental se prefirió la representación de Cristo en la cruz, a modo de escena narrativa, y se sustituyó la figura de san Juan Bautista por la de Juan el Evangelista. Una imagen que en su concepción y su forma son el resultado de la expresión surgida del pueblo y de los sentimientos más hondos que en él anidaban. Quebrantada la economía del Estado, en decadencia la nobleza y cargado de fuertes gravámenes el alto clero, fueron los monasterios, las parroquias y las cofradías de clérigos y seglares los que impulsaron su desarrollo, siendo costeadas las obras en ocasiones mediante suscripción popular. La pintura se vio así abocada a plasmar los ideales imperantes en estos ambientes, que no eran otros que los religiosos, en un momento en el que la doctrina contrarreformista exigía al arte un lenguaje realista para que el fiel comprendiera y se identificara con lo representado, y una expresión dotada de un intenso contenido emocional para incrementar el fervor y la devoción del pueblo. El asunto religioso es, por consiguiente, la temática preferente de la escultura española de este período, que parte en las primeras décadas del siglo de un prioritario interés por captar el natural, para ir intensificando progresivamente a lo largo de la centuria la plasmación de valores expresivos, lo que consigue mediante el movimiento y la variedad de los gestos, la utilización de recursos lumínicos y la representación de estados anímicos y sentimientos. Cabe citar que durante la dominación colonial española, se desarrolló una pintura principalmente religiosa, destinada a cristianizar a los pueblos indígenas. Los pintores locales tenían como modelo las obras españolas, que seguían de forma literal en cuanto a tipos e iconografía. Los modelos más frecuentes fueron los ángeles arcabuceros y las vírgenes triangulares, sin embargo, en los primeros años del siglo XIX, ya en tiempos de la independencia y apertura política de algunas de las colonias, varios artistas comenzaron a representar un nuevo modelo de pintura con una identidad propia.
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