JOSEP PUIGDENGOLAS BARELLA (Barcelona, 1906 – 1987). “Costa Brava”. Óleo sobre liezo. Firmado en el ángulo inferior derecho. Medidas: 33 x 46 cm. En esta obra se aprecia el personal naturalismo de Puigdengolas, marcado por un cromatismo totalmente personal, que equilibra las tonalidades cálidas con las frías para sustentar la construcción tridimensional del espacio, creando a la vez una atmósfera vívida y luminosa, que hace vibrar los colores. La suya es una pincelada corta, ágil y controlada a la vez, que aprovecha el color blanco de la preparación para iluminar las zonas más oscuras. Josep Puigdengolas se formó en las escuelas de Artes y Oficios y de La Lonja, en Barcelona, para luego completar sus estudios en El Paular y en la Real Academia de Florencia. Fue discípulo de Eliseo Meifrén y de Joaquín Mir. En 1951 fue nombrado catedrático de dibujo en la Escuela de Bellas Artes de Sant Jordi. Aunque tenía su estudio en Barcelona, pintó frecuentemente en la Cerdaña y en Mallorca, en concreto en la localidad de Deià. Su obra, de un naturalismo luminoso, deriva de la estela de Mir, y le valió una gran aceptación por parte del público. Centró su obra en el paisaje, pero también trabajo el retrato. A lo largo de su carrera celebró diversas exposiciones individuales, como la organizada en el Salón Cano de Madrid en 1962, y concurrió a colectivas y certámenes como la Exposición Nacional de Bellas Artes. Pocos meses antes de morir, en enero de 1987, celebró su última exposición en la Sala Parés de Barcelona. Actualmente está representado en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía y en el MACBA de Barcelona, entre otros. En esta tabla Josep Puigdengolas nos ofrece un rincón de la localidad de Port de la Selva, en la comarca del Alt Empordà. Vemos una imagen costera protagonizada por unas barcas de pescadores en primera instancia, con la localidad al fondo. Puigdengolas se recrea, prestando una especial atención a los juegos de luces y sombras y a la miríada de tonalidades que de él derivan. Cabe destacar asimismo el estudio atmosférico, que nos habla de un día cálido y seco, de un ambiente solitario en el que se revela la belleza inherente a lo cotidiano, al paisaje en apariencia anodino pero cargado de lirismo a ojos del artista.
JOSEP PUIGDENGOLAS BARELLA (Barcelona, 1906 – 1987). “Costa Brava”. Óleo sobre liezo. Firmado en el ángulo inferior derecho. Medidas: 33 x 46 cm. En esta obra se aprecia el personal naturalismo de Puigdengolas, marcado por un cromatismo totalmente personal, que equilibra las tonalidades cálidas con las frías para sustentar la construcción tridimensional del espacio, creando a la vez una atmósfera vívida y luminosa, que hace vibrar los colores. La suya es una pincelada corta, ágil y controlada a la vez, que aprovecha el color blanco de la preparación para iluminar las zonas más oscuras. Josep Puigdengolas se formó en las escuelas de Artes y Oficios y de La Lonja, en Barcelona, para luego completar sus estudios en El Paular y en la Real Academia de Florencia. Fue discípulo de Eliseo Meifrén y de Joaquín Mir. En 1951 fue nombrado catedrático de dibujo en la Escuela de Bellas Artes de Sant Jordi. Aunque tenía su estudio en Barcelona, pintó frecuentemente en la Cerdaña y en Mallorca, en concreto en la localidad de Deià. Su obra, de un naturalismo luminoso, deriva de la estela de Mir, y le valió una gran aceptación por parte del público. Centró su obra en el paisaje, pero también trabajo el retrato. A lo largo de su carrera celebró diversas exposiciones individuales, como la organizada en el Salón Cano de Madrid en 1962, y concurrió a colectivas y certámenes como la Exposición Nacional de Bellas Artes. Pocos meses antes de morir, en enero de 1987, celebró su última exposición en la Sala Parés de Barcelona. Actualmente está representado en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía y en el MACBA de Barcelona, entre otros. En esta tabla Josep Puigdengolas nos ofrece un rincón de la localidad de Port de la Selva, en la comarca del Alt Empordà. Vemos una imagen costera protagonizada por unas barcas de pescadores en primera instancia, con la localidad al fondo. Puigdengolas se recrea, prestando una especial atención a los juegos de luces y sombras y a la miríada de tonalidades que de él derivan. Cabe destacar asimismo el estudio atmosférico, que nos habla de un día cálido y seco, de un ambiente solitario en el que se revela la belleza inherente a lo cotidiano, al paisaje en apariencia anodino pero cargado de lirismo a ojos del artista.
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