Beschreibung:

RAMÓN CA­RA­ZO MAR­TI­NEZ (Gra­na­da, 1891-1958). “Joven con tur­ban­te”. Óleo sobre lien­zo, Fir­ma­do en el án­gu­lo in­fe­rior iz­quier­do. Pre­sen­ta marco do­ra­do de prin­ci­pios del siglo XX. Me­di­das: 48 x 37,5 cm; 60 x 49 cm (marco). Re­tra­to fe­me­nino en el cual el autor pre­sen­ta una ima­gen idea­li­za­da de una mujer, con atri­bu­tos orien­ta­lis­tas como por ejem­plo el tur­ban­te. Ade­más, en la zona tra­se­ra, si­tua­da a la iz­quier­da de la com­po­si­ción, se puede ver a va­rias per­so­nas que pa­re­cen for­mar parte de una ce­re­mo­nia re­li­gio­sa. El orien­ta­lis­mo nace en el siglo XIX como una con­se­cuen­cia del es­pí­ri­tu ro­mán­ti­co de huida en el tiem­po y en el es­pa­cio. Los pri­me­ros orien­ta­lis­tas bus­ca­ban re­fle­jar lo per­di­do, lo inal­can­za­ble, en un viaje dra­má­ti­co des­ti­na­do desde el prin­ci­pio al fra­ca­so. Como Flau­bert en “Sa­lam­bó”, los pin­to­res rea­li­zan mi­nu­cio­sos re­tra­tos de orien­tes y pa­sa­dos ima­gi­na­dos, re­crea­dos al mi­lí­me­tro, pero al fin des­co­no­ci­dos e idea­li­za­dos. Du­ran­te la se­gun­da mitad del siglo XIX, sin em­bar­go, mu­chos de los pin­to­res que via­ja­ron a Orien­te Pró­xi­mo en busca de esa reali­dad in­ven­ta­da des­cu­brie­ron un país di­fe­ren­te y nuevo, que so­bre­sa­lía con sus pe­cu­lia­ri­da­des por en­ci­ma de los tó­pi­cos y los pre­jui­cios de los eu­ro­peos. Así, esta nueva es­cue­la orien­ta­lis­ta deja atrás las be­llas oda­lis­cas, los ha­re­nes y los mer­ca­dos de es­cla­vas para pin­tar nada más que lo que ellos ven, el Orien­te real en toda su di­men­sión co­ti­dia­na. Junto con el cam­bio de vi­sión llega un cam­bio téc­ni­co y for­mal; pues­to que ya no se trata de re­crear un mundo ima­gi­na­do en todos sus de­ta­lles, la pin­ce­la­da ad­quie­re sol­tu­ra im­pre­sio­nis­ta, y los ar­tis­tas se cen­tran no tanto en la plas­ma­ción de los tipos y cos­tum­bres como en el fiel re­fle­jo de la at­mós­fe­ra del lugar, de la pro­pia iden­ti­dad de las po­bla­cio­nes nor­te­afri­ca­nas. Pin­tor es­pa­ñol es­pe­cia­li­za­do en el re­tra­to fe­me­nino, Ramón Ca­ra­zo Mar­tí­nez fue dis­cí­pu­lo de José La­rro­cha y Ce­ci­lio Plá. For­ma­do en la Aca­de­mia de Be­llas Artes de San Fer­nan­do, Ca­ra­zo per­te­ne­ció al círcu­lo aca­de­mi­cis­ta de co­mien­zos del S.​XX de Gra­na­da, una es­cue­la que se ca­rac­te­ri­zó por sus re­tra­tos, es­pe­cial­men­te de per­so­na­jes pin­to­res­cos y po­pu­la­res. El pre­sen­te lien­zo se en­tien­de como una ce­le­bra­ción de la be­lle­za es­pa­ño­la. Así, vemos a una joven de arre­ba­ta­do­ra be­lle­za, de ex­pre­sión exul­tan­te ubi­ca­da en el in­te­rior de una casa tí­pi­ca gra­na­di­na, con un fondo de­ter­mi­na­do por lols ca­cha­rros co­bri­zos, los vi­drios color es­me­ral­da y las ce­rá­mi­cas de­ci­mo­nó­ni­cas que cuel­gan de sus pa­re­des. Ca­ra­zo mo­nu­men­ta­li­za a la fi­gu­ra a tra­vés de la uti­li­za­ción de un punto de vista bajo, aun­que sutil. Es­ta­mos aún ante una obra del cam­bio de siglo, que avan­za nu­me­ro­sas so­lu­cio­nes no­ve­do­sas pero que aún se man­tie­ne he­re­de­ra del sen­ti­mien­to de­ci­mo­nó­ni­co, de su gusto por la des­crip­ción, la na­rra­ción fol­kló­ri­ca y el pin­to­res­quis­mo. Tam­bién es iden­ti­fi­ca­ti­vos de este mo­men­to el acen­to en la im­por­tan­cia de la mujer, sím­bo­lo y cen­tro de la com­po­si­ción y de la na­rra­ción, tal y como fue fre­cuen­te en el sim­bo­lis­mo y el mo­der­nis­mo.