Conjunto formado por los siguientes fetiches: un fetiche Yaka (1), un fetiche Kongo (2) y un fetiche Songye (3). República Democrática del Congo. Con peanas. Medidas: 29 cm (1), 27,5 cm (2) y 22,5 cm (3) de altura (sin peanas). El fetiche es el máximo exponente del concepto mágico-religioso en el que, mayoritariamente, se basa el arte africano. Las estatuillas-fetiche se reconocen por ser el soporte o recipiente de "medicinas" adosadas a la figura, que desbordan su contorno emanando cierta sensación de poder. Consagrado por un especialista ritual (médico o brujo), el fetiche se convierte en objeto de culto dotado de "carga mágica" a la que debe su eficacia. Estos fetiches son el recipiente que contiene diferentes elementos de los tres reinos: mineral, vegetal y animal, que simbolizan las fuerzas de la naturaleza concentradas en un objeto. Cuando contemplamos la fuerza excepcional del fetiche Kongo con seis relicarios adosados, las escondidas y misteriosas cargas mágicas en el cuerno y vientre del antiquísimo fetiche Songye y la perfección del envoltorio que recubre un "universo en miniatura" del fetiche Yaka, descubrimos una belleza salvaje y sin educar, la fuerza vital de una fe sencilla y profunda basada en remedios naturales que han hecho de la magia el inicio de la ciencia. Las sensaciones que nos inundan al contemplar un fetiche hacen buenas las palabras de Gobineau: "La fuente de la que han brotado las artes es ajena a los instintivos civilizadores. Está oculta en la sangre de los negros... El negro posee en el más alto grado la facultad sensual, sin la cual no existe el arte".
Conjunto formado por los siguientes fetiches: un fetiche Yaka (1), un fetiche Kongo (2) y un fetiche Songye (3). República Democrática del Congo. Con peanas. Medidas: 29 cm (1), 27,5 cm (2) y 22,5 cm (3) de altura (sin peanas). El fetiche es el máximo exponente del concepto mágico-religioso en el que, mayoritariamente, se basa el arte africano. Las estatuillas-fetiche se reconocen por ser el soporte o recipiente de "medicinas" adosadas a la figura, que desbordan su contorno emanando cierta sensación de poder. Consagrado por un especialista ritual (médico o brujo), el fetiche se convierte en objeto de culto dotado de "carga mágica" a la que debe su eficacia. Estos fetiches son el recipiente que contiene diferentes elementos de los tres reinos: mineral, vegetal y animal, que simbolizan las fuerzas de la naturaleza concentradas en un objeto. Cuando contemplamos la fuerza excepcional del fetiche Kongo con seis relicarios adosados, las escondidas y misteriosas cargas mágicas en el cuerno y vientre del antiquísimo fetiche Songye y la perfección del envoltorio que recubre un "universo en miniatura" del fetiche Yaka, descubrimos una belleza salvaje y sin educar, la fuerza vital de una fe sencilla y profunda basada en remedios naturales que han hecho de la magia el inicio de la ciencia. Las sensaciones que nos inundan al contemplar un fetiche hacen buenas las palabras de Gobineau: "La fuente de la que han brotado las artes es ajena a los instintivos civilizadores. Está oculta en la sangre de los negros... El negro posee en el más alto grado la facultad sensual, sin la cual no existe el arte".
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