Escuela alemana; circa 1500. “San Sebastián”. Madera tallada sin policromar. Medidas: 107 x 41 x 14 cm (marco). La talla presenta una base trabajada sobre la que se dispone la figura masculina de San Sebastián que se encuentra semidesnuda, mostrando su anatomía y una serie de huecos en los que habrían ido tantas otras flechas. El joven, de cabello largo con rizos, se encuentra atado con los brazos a la espalda al tocón de un árbol muerto que le supera en altura, marcando así un eje vertical que la figura sigue pero suaviza gracias a la posición de sus pies y a una ligera curvatura en la cadera. San Sebastián (Narbona, 256 – Roma, 288) Nacido en las Galias y criado en Milán, Sebastián fue centurión de la primera cohorte en los tiempos del emperador Diocleciano (finales del siglo III – principios del IV). Denunciado porque exhortó a sus amigos Marcos y Marcelino a permanecer firmes en su fe, por orden del emperador fue atado a un poste en el centro del campo de Marte, y sirvió de diana viva a los arqueros que lo asaetearon. Pero no murió por ello. La viuda Irene, que quería levantar su cuerpo para darle sepultura, advirtió que aún respiraba, vendó sus heridas y le salvó la vida. Después de su curación reapareció ante Diocleciano para reprocharle su crueldad ante los cristianos. Entonces fue flagelado, se le dio muerte a palos en el circo y su cadáver fue arrojado a la cloaca Máxima. Poco tiempo después, san Sebastián se aparece a santa Lucila mientras duerme para revelarle el sitio donde se encuentran sus restos, y le pide que le dé sepultura en las catacumbas. Claramente, la talla sigue modelos estéticos relacionados con la escuela alemana. La escultura germana de esta época dejó atrás el canon corto y la factura algo popular a través de la influencia de la tendencia innovadora neerlandesa. Este influjo se traduce en las formas onduladas o angulosas de los pliegues de los ropajes, y en la delicada ternura que exhiben ciertas figuraciones femeninas. La Virgen, como muchas santas, será ahora representada como una muchacha, tanto en las imágenes de la Piedad como en las de la Virgen con el Niño en brazos. Pero no será hasta alrededor de 1430 cuando en la escultura germánica aparezcan escuelas diferenciadas, especialmente en la parte meridional de Alemania, sobre todo en Baviera (Nüremberg) y Suabia. La primera figura fundamental será Hans Multscher, un escultor y pintor austriaco nacido en Allgáu y establecido hacia 1427 en Ulm, quien inició la escuela de Suabia. Otro maestro, excepcionalmente dotado, acabaría por imprimir un sello de delicado idealismo a la escultura germánica inmediatamente anterior a la del gótico tardío. Nicolas Gerhaerts era holandés de nacimiento, pero trabajó en Alemania y Austria. Realizó obras como el Crucificado del antiguo cementerio de Baden-Baden (1467), obra que revela de un modo muy claro cómo su autor había asimilado la influencia del progresismo escultórico, tanto de Flandes como de Borgoña. Posteriormente se trasladará a Viena, donde labró una lujosa lauda sepulcral en mármol rojo del emperador Federico III, en la catedral de San Esteban. Gracias a este escultor y a hábiles tallistas de la madera, como Jórg Syrlin (autor de las tallas del coro de la catedral de Ulm), se establecía aquella madurez en la escultura germana que exhiben numerosas imágenes y altares de los grandes escultores de los últimos años del siglo XV y los primeros decenios del XVI, referentes ya del primer Renacimiento en los países germánicos gracias a su nueva con
Escuela alemana; circa 1500. “San Sebastián”. Madera tallada sin policromar. Medidas: 107 x 41 x 14 cm (marco). La talla presenta una base trabajada sobre la que se dispone la figura masculina de San Sebastián que se encuentra semidesnuda, mostrando su anatomía y una serie de huecos en los que habrían ido tantas otras flechas. El joven, de cabello largo con rizos, se encuentra atado con los brazos a la espalda al tocón de un árbol muerto que le supera en altura, marcando así un eje vertical que la figura sigue pero suaviza gracias a la posición de sus pies y a una ligera curvatura en la cadera. San Sebastián (Narbona, 256 – Roma, 288) Nacido en las Galias y criado en Milán, Sebastián fue centurión de la primera cohorte en los tiempos del emperador Diocleciano (finales del siglo III – principios del IV). Denunciado porque exhortó a sus amigos Marcos y Marcelino a permanecer firmes en su fe, por orden del emperador fue atado a un poste en el centro del campo de Marte, y sirvió de diana viva a los arqueros que lo asaetearon. Pero no murió por ello. La viuda Irene, que quería levantar su cuerpo para darle sepultura, advirtió que aún respiraba, vendó sus heridas y le salvó la vida. Después de su curación reapareció ante Diocleciano para reprocharle su crueldad ante los cristianos. Entonces fue flagelado, se le dio muerte a palos en el circo y su cadáver fue arrojado a la cloaca Máxima. Poco tiempo después, san Sebastián se aparece a santa Lucila mientras duerme para revelarle el sitio donde se encuentran sus restos, y le pide que le dé sepultura en las catacumbas. Claramente, la talla sigue modelos estéticos relacionados con la escuela alemana. La escultura germana de esta época dejó atrás el canon corto y la factura algo popular a través de la influencia de la tendencia innovadora neerlandesa. Este influjo se traduce en las formas onduladas o angulosas de los pliegues de los ropajes, y en la delicada ternura que exhiben ciertas figuraciones femeninas. La Virgen, como muchas santas, será ahora representada como una muchacha, tanto en las imágenes de la Piedad como en las de la Virgen con el Niño en brazos. Pero no será hasta alrededor de 1430 cuando en la escultura germánica aparezcan escuelas diferenciadas, especialmente en la parte meridional de Alemania, sobre todo en Baviera (Nüremberg) y Suabia. La primera figura fundamental será Hans Multscher, un escultor y pintor austriaco nacido en Allgáu y establecido hacia 1427 en Ulm, quien inició la escuela de Suabia. Otro maestro, excepcionalmente dotado, acabaría por imprimir un sello de delicado idealismo a la escultura germánica inmediatamente anterior a la del gótico tardío. Nicolas Gerhaerts era holandés de nacimiento, pero trabajó en Alemania y Austria. Realizó obras como el Crucificado del antiguo cementerio de Baden-Baden (1467), obra que revela de un modo muy claro cómo su autor había asimilado la influencia del progresismo escultórico, tanto de Flandes como de Borgoña. Posteriormente se trasladará a Viena, donde labró una lujosa lauda sepulcral en mármol rojo del emperador Federico III, en la catedral de San Esteban. Gracias a este escultor y a hábiles tallistas de la madera, como Jórg Syrlin (autor de las tallas del coro de la catedral de Ulm), se establecía aquella madurez en la escultura germana que exhiben numerosas imágenes y altares de los grandes escultores de los últimos años del siglo XV y los primeros decenios del XVI, referentes ya del primer Renacimiento en los países germánicos gracias a su nueva con
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