Escuela virreinal; Nueva Granada Perú, siglo XVIII. “San Miguel Arcángel”. Óleo sobre lienzo. Presenta repintes y agujeros en la tela. Medidas: 161 x 105 cm. Con un canon completamente alargado, la figura de San Miguel Arcángel, se dispone sobre la totalidad de la superficie pictórica. Su distorsión de las proporciones corporales, sumado a los rasgos sintéticos de diversos detalles, como la espada o el rostro, que se compone de líneas tendentes a la geometrización, son características que inventan al espectador a repensar el papel del Arcángel San Miguel, alejado en este caso del dramatismo de la batalla. Parece que simplemente enseña sus atributos al espectador, sosteniendo su espada en alto y sujetando su arco con la leyenda “Quien como Dios”. Los Arcángeles son el nivel superior del Tercer Orden en las jerarquías angélicas, y son los únicos de entre ellas que poseen nombres. En cuanto a Occidente, el Concilio de Letrán (746) limitó el número de los arcángeles a que rendir culto a tres (Miguel, Gabriel y Rafael), circunstancia que cambió a partir del descubrimiento en 1516 de un fresco en la iglesia de San Ángel de la orden de los Carmelitas en Palermo en el que la Trinidad aparecía con los siete arcángeles, que, además, sería reproducido (a veces, con variaciones) por numerosos grabados, extendiendo de esta manera la iconografía. Así, desde este momento, la Iglesia católica incluso a este número entre los que recibirían culto, multiplicándose las representaciones de los mismos ya en un solo cuadro, ya formando ciclos con cada uno de ellos en una obra, hasta que posteriormente se retirarían algunos. Según cuenta la tradición, San Miguel es el jefe de la milicia celestial y defensor de la Iglesia. Precisamente por ello combate contra los ángeles rebeldes y contra el dragón del Apocalipsis. Es además psicopompo, es decir, que conduce a los muertos y pesa las almas el día del Juicio Final. Los eruditos han relacionado su culto con el de varios dioses de la Antigüedad: Anubis en la mitología egipcia, Hermes y Mercurio en la clásica, y Wotan en la nórdica. En Occidente, el culto a San Miguel empieza a desarrollarse a partir de los siglos V y VI, primero en Italia y Francia, y después extendiéndose por Alemania y el resto de la Cristiandad. Las iglesias y capillas que se le dedican son innumerables en torno al año 1000, en relación con la creencia de que en dicha fecha llegaría el Apocalipsis. A menudo, sus templos están localizados en lugares altos, dado que se trata de un santo celestial. Los reyes de Francia le dispensaron una particular veneración a partir del siglo XIV, y la Contrarreforma le convirtió en jefe de la iglesia contra la herejía protestante, dando un nuevo impulso a su culto. San Miguel Arcángel es un santo militar, y por tanto patrón de los caballeros y de todos los oficios relacionados con las armas, así como con las balanzas, por su papel de juez apocalíptico. Su iconografía es de una riqueza considerable, pero relativamente estable. Aparece por regla general con atavío de soldado o de caballero, sosteniendo una lanza o espada y un escudo decorado con una cruz. Cuando combate contra el dragón lo hace a pie o por los aires, lo que permite distinguirlo de San Jorge, que casi siempre va a caballo. No obstante, la gran diferencia entre los dos santos son las alas de San Miguel. Cabe citar que durante la dominación colonial española, se desarrolló una pintura principalmente religiosa, destinada a cristianizar a los pueblos indígenas. Los pintores locales
Escuela virreinal; Nueva Granada Perú, siglo XVIII. “San Miguel Arcángel”. Óleo sobre lienzo. Presenta repintes y agujeros en la tela. Medidas: 161 x 105 cm. Con un canon completamente alargado, la figura de San Miguel Arcángel, se dispone sobre la totalidad de la superficie pictórica. Su distorsión de las proporciones corporales, sumado a los rasgos sintéticos de diversos detalles, como la espada o el rostro, que se compone de líneas tendentes a la geometrización, son características que inventan al espectador a repensar el papel del Arcángel San Miguel, alejado en este caso del dramatismo de la batalla. Parece que simplemente enseña sus atributos al espectador, sosteniendo su espada en alto y sujetando su arco con la leyenda “Quien como Dios”. Los Arcángeles son el nivel superior del Tercer Orden en las jerarquías angélicas, y son los únicos de entre ellas que poseen nombres. En cuanto a Occidente, el Concilio de Letrán (746) limitó el número de los arcángeles a que rendir culto a tres (Miguel, Gabriel y Rafael), circunstancia que cambió a partir del descubrimiento en 1516 de un fresco en la iglesia de San Ángel de la orden de los Carmelitas en Palermo en el que la Trinidad aparecía con los siete arcángeles, que, además, sería reproducido (a veces, con variaciones) por numerosos grabados, extendiendo de esta manera la iconografía. Así, desde este momento, la Iglesia católica incluso a este número entre los que recibirían culto, multiplicándose las representaciones de los mismos ya en un solo cuadro, ya formando ciclos con cada uno de ellos en una obra, hasta que posteriormente se retirarían algunos. Según cuenta la tradición, San Miguel es el jefe de la milicia celestial y defensor de la Iglesia. Precisamente por ello combate contra los ángeles rebeldes y contra el dragón del Apocalipsis. Es además psicopompo, es decir, que conduce a los muertos y pesa las almas el día del Juicio Final. Los eruditos han relacionado su culto con el de varios dioses de la Antigüedad: Anubis en la mitología egipcia, Hermes y Mercurio en la clásica, y Wotan en la nórdica. En Occidente, el culto a San Miguel empieza a desarrollarse a partir de los siglos V y VI, primero en Italia y Francia, y después extendiéndose por Alemania y el resto de la Cristiandad. Las iglesias y capillas que se le dedican son innumerables en torno al año 1000, en relación con la creencia de que en dicha fecha llegaría el Apocalipsis. A menudo, sus templos están localizados en lugares altos, dado que se trata de un santo celestial. Los reyes de Francia le dispensaron una particular veneración a partir del siglo XIV, y la Contrarreforma le convirtió en jefe de la iglesia contra la herejía protestante, dando un nuevo impulso a su culto. San Miguel Arcángel es un santo militar, y por tanto patrón de los caballeros y de todos los oficios relacionados con las armas, así como con las balanzas, por su papel de juez apocalíptico. Su iconografía es de una riqueza considerable, pero relativamente estable. Aparece por regla general con atavío de soldado o de caballero, sosteniendo una lanza o espada y un escudo decorado con una cruz. Cuando combate contra el dragón lo hace a pie o por los aires, lo que permite distinguirlo de San Jorge, que casi siempre va a caballo. No obstante, la gran diferencia entre los dos santos son las alas de San Miguel. Cabe citar que durante la dominación colonial española, se desarrolló una pintura principalmente religiosa, destinada a cristianizar a los pueblos indígenas. Los pintores locales
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