VICENTE LÓPEZ PORTAÑA (Valencia, 1772 – Madrid, 1850). “Los desposorios místicos de Santa Catalina de Siena”. Óleo sobre lienzo. Reentelado. Presenta repintes, restauraciones y marco de época realizado en madera. Medidas: 143 x 93 cm; 155 x 105 cm (marco). De rodillas, adoptando un gesto devocional, Santa Catalina sostiene la corona de espinas, mientras alza su mirada hacia la figura de Cristo. Jesús, de pie, mira a la mártir, mientras le muestra las llagas que han dejado los clavos, que en lienzo se encuentra dispuestos sobre una bandeja. Cierra la composición un ángel, situado en segundo plano, un recurso que fue utilizado en muchas de las pinturas que realizó López Portaña, como se puede apreciar en el sueño de San José, o San Pedro liberado por el Ángele, ambas pertenecientes a la colección del museo del Prado de Madrid. Santa Catalina nació en Siena hacia 1347, era la vigésimo quinta hija de un tintorero que se llamaba Jacopo Benincasa. A los siete años hizo voto de virginidad. Como su madre quería casarla, se rasuró la cabeza. Recibida en la tercera orden de Santo Domingo a los dieciséis años de edad, a pesar de la oposición familiar, vistió el hábito negro de las terciarias o Hermanas de la Penitencia. En el convento llevó una vida ascética que arruinó su frágil salud. Profesaba una devoción particular a santa Inés de Montepulciano. Según la leyenda, cuando Catalina visitó la tumba de santa Inés, y se inclinaba ante el cuerpo de la santa para besarle el pie, ésta la levantó hasta la altura de sus labios. Se la glorificaba por haber contribuido a traer al papa Gregorio XI a Roma, desde Aviñón. En ocasión del cisma de Occidente, tomó partido por Urbano VI. Murió en Roma en 1380 y fue canonizada en 1461. Su cuerpo reposa bajo el altar mayor de la iglesia dominica de Santa María sopra Minerva, cerca de Fra Angelico. Pero su cabeza fue reclamada por Siena, su ciudad natal. Vicente López inicia su formación como discípulo de Antonio de Villanueva en la Academia de San Carlos de Valencia, donde obtuvo en 1786 y 1789 el premio de primera clase, obteniendo una pensión para estudiar en Madrid. Ya en la corte, al año siguiente alcanza el primer puesto en el concurso de la Academia de San Fernando. Allí aprende el sentido barroco y colorista de las composiciones, y el gusto por el dibujo, preciso y analítico. La fastuosidad barroca de los frescos de Luca Giordano y Corrado Giaquinto también influirá de manera decisiva en su lenguaje. Ya consagrado, regresa en 1792 a su ciudad natal. Allí recibe importantes encargos públicos y privados, entre los que destacan los retratos de Fernando VII y el mariscal Soult. En sus retratos muestra López su herencia valenciana, el peso del naturalismo de Ribera y Ribalta, además de su maestría en la reproducción de detalles y calidades. Su calidad en el campo del retrato hace que Fernando VII le llame de vuelta a la corte en 1814, nombrándole al año siguiente primer pintor de cámara. Será desde entonces el pintor más solicitado por la alta sociedad española, y alternará su trabajo en la corte con la actividad docente, los puestos oficiales y los encargos particulares. En 1823 asume la dirección artística del Real Museo de Pinturas, centro para el cual realizó un soberbio retrato de Francisco de Goya, hoy conservado en el Prado. Se conservan obras de Vicente López en el Museo del Prado, el Museo de Bellas Artes de Valencia San Pío V, la Academia de San Fernando, el Museo Municipal de Játiva, el Museo Nacional de Arte de Cataluña, la Sociedad Histórica de N
VICENTE LÓPEZ PORTAÑA (Valencia, 1772 – Madrid, 1850). “Los desposorios místicos de Santa Catalina de Siena”. Óleo sobre lienzo. Reentelado. Presenta repintes, restauraciones y marco de época realizado en madera. Medidas: 143 x 93 cm; 155 x 105 cm (marco). De rodillas, adoptando un gesto devocional, Santa Catalina sostiene la corona de espinas, mientras alza su mirada hacia la figura de Cristo. Jesús, de pie, mira a la mártir, mientras le muestra las llagas que han dejado los clavos, que en lienzo se encuentra dispuestos sobre una bandeja. Cierra la composición un ángel, situado en segundo plano, un recurso que fue utilizado en muchas de las pinturas que realizó López Portaña, como se puede apreciar en el sueño de San José, o San Pedro liberado por el Ángele, ambas pertenecientes a la colección del museo del Prado de Madrid. Santa Catalina nació en Siena hacia 1347, era la vigésimo quinta hija de un tintorero que se llamaba Jacopo Benincasa. A los siete años hizo voto de virginidad. Como su madre quería casarla, se rasuró la cabeza. Recibida en la tercera orden de Santo Domingo a los dieciséis años de edad, a pesar de la oposición familiar, vistió el hábito negro de las terciarias o Hermanas de la Penitencia. En el convento llevó una vida ascética que arruinó su frágil salud. Profesaba una devoción particular a santa Inés de Montepulciano. Según la leyenda, cuando Catalina visitó la tumba de santa Inés, y se inclinaba ante el cuerpo de la santa para besarle el pie, ésta la levantó hasta la altura de sus labios. Se la glorificaba por haber contribuido a traer al papa Gregorio XI a Roma, desde Aviñón. En ocasión del cisma de Occidente, tomó partido por Urbano VI. Murió en Roma en 1380 y fue canonizada en 1461. Su cuerpo reposa bajo el altar mayor de la iglesia dominica de Santa María sopra Minerva, cerca de Fra Angelico. Pero su cabeza fue reclamada por Siena, su ciudad natal. Vicente López inicia su formación como discípulo de Antonio de Villanueva en la Academia de San Carlos de Valencia, donde obtuvo en 1786 y 1789 el premio de primera clase, obteniendo una pensión para estudiar en Madrid. Ya en la corte, al año siguiente alcanza el primer puesto en el concurso de la Academia de San Fernando. Allí aprende el sentido barroco y colorista de las composiciones, y el gusto por el dibujo, preciso y analítico. La fastuosidad barroca de los frescos de Luca Giordano y Corrado Giaquinto también influirá de manera decisiva en su lenguaje. Ya consagrado, regresa en 1792 a su ciudad natal. Allí recibe importantes encargos públicos y privados, entre los que destacan los retratos de Fernando VII y el mariscal Soult. En sus retratos muestra López su herencia valenciana, el peso del naturalismo de Ribera y Ribalta, además de su maestría en la reproducción de detalles y calidades. Su calidad en el campo del retrato hace que Fernando VII le llame de vuelta a la corte en 1814, nombrándole al año siguiente primer pintor de cámara. Será desde entonces el pintor más solicitado por la alta sociedad española, y alternará su trabajo en la corte con la actividad docente, los puestos oficiales y los encargos particulares. En 1823 asume la dirección artística del Real Museo de Pinturas, centro para el cual realizó un soberbio retrato de Francisco de Goya, hoy conservado en el Prado. Se conservan obras de Vicente López en el Museo del Prado, el Museo de Bellas Artes de Valencia San Pío V, la Academia de San Fernando, el Museo Municipal de Játiva, el Museo Nacional de Arte de Cataluña, la Sociedad Histórica de N
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