Escuela Novohispana; siglo XVIII. “Virgen de Guadalupe”. Óleo sobre lienzo. Reentelado. Presenta repintes y restauraciones. Medidas: 122 x 88,5 cm. Desde la época virreinal se ha desarrollado en torno al culto de la Virgen una compleja iconografía, y una gran producción artística que se caracteriza por la conjunción del arte local con la tradición artística europea traída de España. El origen de la Virgen de Guadalupe es extremeño, pero la versión mexicana ostenta orígenes propios. Una antigua leyenda narra que, en 1531, se le apareció a un indio recién bautizado, llamado Juan Diego. Le pidió que solicitara al obispo la construcción de una capilla en su honor, dejando su imagen impresa en la túnica del indio. Este suceso se conoció como el Milagro de las Rosas, y fue recogido en el “Nican Mopohua”, texto presuntamente escrito por el indio Antonio Valeriano. La imagen de la Virgen de Guadalupe aparece siempre rodeada de rayos solares, un rasgo iconográfico que procede de las Vírgenes apocalíptica y sibilina, ambas apariciones celestes. Asimismo, se completó su iconografía asimilando en parte la inmaculista, cuya simbología se establece en España durante el siglo XVI. Se trata de un numeroso conjunto de símbolos, extraídos del Cantar de los Cantares y del Apocalipsis. Del texto de San Juan se toman la luna creciente, evocando la castidad de Diana y, más tarde, la victoria sobre los turcos; los ángeles que la rodean, la mandorla de rayos solares, las manos en actitud de oración y la corona de doce estrellas, símbolo de plenitud. Ocasionalmente aparecerán otros símbolos, tomados del Cantar de los Cantares, a cuya novia se asimila la Inmaculada. Son metáforas bíblicas popularizadas por las Letanías de la Virgen de Loreto, y muy utilizadas por los pintores de la escuela española del siglo XVI: la rosa, la estrella, el jardín cerrado, la fuente, el cedro del Líbano, el olivo, el lirio, el espejo sin mancha, la Torre de David y la Puerta del Cielo. Cabe citar que, durante la dominación colonial española, se desarrolló una pintura principalmente religiosa, destinada a cristianizar a los pueblos indígenas. Los pintores locales tenían como modelo las obras españolas, que seguían de forma literal en cuanto a tipos e iconografía. Los modelos más frecuentes fueron los ángeles arcabuceros y las vírgenes triangulares, sin embargo, no fue hasta los primeros años del siglo XIX, ya en tiempos de la independencia y apertura política de algunas de las colonias, varios artistas comenzaron a representar un nuevo modelo de pintura con una identidad propia.
Escuela Novohispana; siglo XVIII. “Virgen de Guadalupe”. Óleo sobre lienzo. Reentelado. Presenta repintes y restauraciones. Medidas: 122 x 88,5 cm. Desde la época virreinal se ha desarrollado en torno al culto de la Virgen una compleja iconografía, y una gran producción artística que se caracteriza por la conjunción del arte local con la tradición artística europea traída de España. El origen de la Virgen de Guadalupe es extremeño, pero la versión mexicana ostenta orígenes propios. Una antigua leyenda narra que, en 1531, se le apareció a un indio recién bautizado, llamado Juan Diego. Le pidió que solicitara al obispo la construcción de una capilla en su honor, dejando su imagen impresa en la túnica del indio. Este suceso se conoció como el Milagro de las Rosas, y fue recogido en el “Nican Mopohua”, texto presuntamente escrito por el indio Antonio Valeriano. La imagen de la Virgen de Guadalupe aparece siempre rodeada de rayos solares, un rasgo iconográfico que procede de las Vírgenes apocalíptica y sibilina, ambas apariciones celestes. Asimismo, se completó su iconografía asimilando en parte la inmaculista, cuya simbología se establece en España durante el siglo XVI. Se trata de un numeroso conjunto de símbolos, extraídos del Cantar de los Cantares y del Apocalipsis. Del texto de San Juan se toman la luna creciente, evocando la castidad de Diana y, más tarde, la victoria sobre los turcos; los ángeles que la rodean, la mandorla de rayos solares, las manos en actitud de oración y la corona de doce estrellas, símbolo de plenitud. Ocasionalmente aparecerán otros símbolos, tomados del Cantar de los Cantares, a cuya novia se asimila la Inmaculada. Son metáforas bíblicas popularizadas por las Letanías de la Virgen de Loreto, y muy utilizadas por los pintores de la escuela española del siglo XVI: la rosa, la estrella, el jardín cerrado, la fuente, el cedro del Líbano, el olivo, el lirio, el espejo sin mancha, la Torre de David y la Puerta del Cielo. Cabe citar que, durante la dominación colonial española, se desarrolló una pintura principalmente religiosa, destinada a cristianizar a los pueblos indígenas. Los pintores locales tenían como modelo las obras españolas, que seguían de forma literal en cuanto a tipos e iconografía. Los modelos más frecuentes fueron los ángeles arcabuceros y las vírgenes triangulares, sin embargo, no fue hasta los primeros años del siglo XIX, ya en tiempos de la independencia y apertura política de algunas de las colonias, varios artistas comenzaron a representar un nuevo modelo de pintura con una identidad propia.
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