VALENTIN DE ZUBIAURRE AGUIRREZÁBAL (Madrid, 1879 – 1963). “Pedraza”, Segovia. Óleo sobre lienzo. Firmado en el ángulo inferior izquierdo. Firmado y localizado al dorso. Medidas: 90 x 92 cm; 112 x 114 cm (marco). La obra que nos ocupa fue realizada en el tiempo en el que Valentín de Zubiaurre residió en Segovia, atraído por los tipos populares y el paisaje castellano de ciudades como Pedraza, Sepúlveda o Turégano. Durante sus visitas a la provincia segoviana, Zubiaurre residió en su estudio en el Palacio de Cheste, en pleno centro de la capital. Afincado temporalmente en tan bella ciudad, visitó el centro de las aldeas y sus inmediaciones, practicando el costumbrismo de manera extraordinaria. Su gran astucia técnica, derivada de su formación académica, no contemplaba cargar con el caballete en el exterior, sino que se basaba en la realización de dibujos rápidos, ágiles y de gran precisión que, junto a su memoria visual, conformaban la base de sus lienzos. Como se aprecia en esta excepcional pintura de las afueras de Pedraza, sus figuras, pétreas y de gran solidez, inspiradas en las de Ignacio Zuloaga, combinan con un hondo sentido del color, tiñendo la obra de un cierto simbolismo. Los monumentales personajes que conforman la escena se encuentran ataviados con la indumentaria popular (el anciano con capa y pantuflas, y las jóvenes con manteleta típica segoviana, que cae sobre sus voluptuosos trajes populares) y se elevan sobre un escarpado paisaje, con la ciudad medieval al fondo. El puente romano en su parte baja y la iglesia en última instancia completan una obra totalmente narrativa. Con esta pintura queda demostrado cómo para Zubiaurre, el arte, fundamentalmente en su vertiente pictórica, se convirtió en un potente vehículo de expresión capaz de dar a conocer al resto de la nación las peculiaridades regionales de Segovia. Sin embargo, la repetición de fórmulas artísticas y temáticas le llevó incluso, en ocasiones, a ser criticado por sus coetáneos, quienes consideraban que abusaba de esta clase de temas. Hijo del compositor musical del mismo nombre, Valentín de Zubiaurre nació sordomudo, al igual que su hermano menor Ramón, también pintor. Inició su formación con el pintor Daniel Perea, también sordomudo, antes de ingresar en 1894 en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Allí será discípulo de Carlos de Haes, Muñoz Degrain, Ferrant y Moreno Carbonero, y en paralelo completará su sólida formación visitando el Museo del Prado. En 1898 los dos hermanos Zubiaurre emprenden un viaje de estudios que les llevará a Francia, Italia y los Países Bajos. De regreso a España obtendrán una beca de la Diputación de Vizcaya, en 1902, que les permitirá instalarse en París. Allí acudieron a las clases de la Academia Julian, conocieron las corrientes modernas que se desarrollaban entonces en la capital francesa y se interesaron por el impresionismo. No obstante, los hermanos Zubiaurre no se mostraron permeables a su influencia, debido principalmente al peso de su formación académica y a su admiración tanto por los primitivos flamencos e italianos como por pintores españoles coetáneos como Darío de Regoyos y, especialmente, Ignacio Zuloaga. Valentín de Zubiaurre envió con asiduidad sus obras a las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes, siendo galardonado en varias ocasiones; en 1908 obtuvo segunda medalla, y en 1917 alcanzó la primera. También fue distinguido con premios de instituciones extranjeras, y obtuvo premios en des
VALENTIN DE ZUBIAURRE AGUIRREZÁBAL (Madrid, 1879 – 1963). “Pedraza”, Segovia. Óleo sobre lienzo. Firmado en el ángulo inferior izquierdo. Firmado y localizado al dorso. Medidas: 90 x 92 cm; 112 x 114 cm (marco). La obra que nos ocupa fue realizada en el tiempo en el que Valentín de Zubiaurre residió en Segovia, atraído por los tipos populares y el paisaje castellano de ciudades como Pedraza, Sepúlveda o Turégano. Durante sus visitas a la provincia segoviana, Zubiaurre residió en su estudio en el Palacio de Cheste, en pleno centro de la capital. Afincado temporalmente en tan bella ciudad, visitó el centro de las aldeas y sus inmediaciones, practicando el costumbrismo de manera extraordinaria. Su gran astucia técnica, derivada de su formación académica, no contemplaba cargar con el caballete en el exterior, sino que se basaba en la realización de dibujos rápidos, ágiles y de gran precisión que, junto a su memoria visual, conformaban la base de sus lienzos. Como se aprecia en esta excepcional pintura de las afueras de Pedraza, sus figuras, pétreas y de gran solidez, inspiradas en las de Ignacio Zuloaga, combinan con un hondo sentido del color, tiñendo la obra de un cierto simbolismo. Los monumentales personajes que conforman la escena se encuentran ataviados con la indumentaria popular (el anciano con capa y pantuflas, y las jóvenes con manteleta típica segoviana, que cae sobre sus voluptuosos trajes populares) y se elevan sobre un escarpado paisaje, con la ciudad medieval al fondo. El puente romano en su parte baja y la iglesia en última instancia completan una obra totalmente narrativa. Con esta pintura queda demostrado cómo para Zubiaurre, el arte, fundamentalmente en su vertiente pictórica, se convirtió en un potente vehículo de expresión capaz de dar a conocer al resto de la nación las peculiaridades regionales de Segovia. Sin embargo, la repetición de fórmulas artísticas y temáticas le llevó incluso, en ocasiones, a ser criticado por sus coetáneos, quienes consideraban que abusaba de esta clase de temas. Hijo del compositor musical del mismo nombre, Valentín de Zubiaurre nació sordomudo, al igual que su hermano menor Ramón, también pintor. Inició su formación con el pintor Daniel Perea, también sordomudo, antes de ingresar en 1894 en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Allí será discípulo de Carlos de Haes, Muñoz Degrain, Ferrant y Moreno Carbonero, y en paralelo completará su sólida formación visitando el Museo del Prado. En 1898 los dos hermanos Zubiaurre emprenden un viaje de estudios que les llevará a Francia, Italia y los Países Bajos. De regreso a España obtendrán una beca de la Diputación de Vizcaya, en 1902, que les permitirá instalarse en París. Allí acudieron a las clases de la Academia Julian, conocieron las corrientes modernas que se desarrollaban entonces en la capital francesa y se interesaron por el impresionismo. No obstante, los hermanos Zubiaurre no se mostraron permeables a su influencia, debido principalmente al peso de su formación académica y a su admiración tanto por los primitivos flamencos e italianos como por pintores españoles coetáneos como Darío de Regoyos y, especialmente, Ignacio Zuloaga. Valentín de Zubiaurre envió con asiduidad sus obras a las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes, siendo galardonado en varias ocasiones; en 1908 obtuvo segunda medalla, y en 1917 alcanzó la primera. También fue distinguido con premios de instituciones extranjeras, y obtuvo premios en des
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