Escuela novohispana; hacia 1800. “Virgen del refugio”. Óleo sobre hojalata. Presenta pérdidas sobre la capa pictórica y roturas en el soporte. Medidas: 35,5 x 25,5 cm; 41 x 32 cm (marco). La imagen muestra a María y al niño coronados, en una escena maternal, de gran ternura, conocida como la Virgen del Refugio de los Pecadores. Se trata de un título de María que hace referencia a una de las invocaciones de la letanía lauretana, que alude a las excelencias de la Virgen, conformado en torno a la Santa Casa de Loreto. El origen de la devoción de esta Virgen se encuentra en los últimos años del siglo XVII en Italia, en la ciudad de Frascatti, cerca de Roma. Según la tradición, un sacerdote jesuita llamado Antonio Valdenucci deseaba tener una imagen de María que fuera su compañera, guía y maestra en las misiones, para que actuara en su favor reformando las costumbres de los indígenas, suscitando la devoción y atrayendo los favores de María sobre sus devotos. Así, encargó a un pintor poco conocido una copia de la “Virgen de la Encina”, cuyo bajorrelieve se encontraba en Poggio. Pese a que el pintor era menor, la copia tenía tal belleza que se consideró un hecho milagroso, y por tanto se trataba de una obra de carácter sagrado. El sacerdote tuvo así lo que había pedido, y la obra fue colocada en su tabernáculo, donde iría recorriendo poblado tras poblado el nuevo continente americano, donde fue difundida y copiada bajo distintas versiones, hasta regresar a su lugar de origen en Frascatti. La obra alcanzó un éxito extraordinario dentro del territorio de la Nueva España, convirtiéndose en una de las obras de devoción predilectas tanto de la aristocracia como de las clases bajas y los indígenas. La devoción a esta imagen arraigó desde el primer momento en las ciudades de Puebla, Zacatecas y el Bajío; una muestra de su implantación en Puebla es que, en las últimas décadas, ya se contaban cerca de setenta nichos con esta imagen en las calles de la ciudad. Esta devoción tuvo como consecuencia que la Virgen del Refugio se convirtiera en una de las iconografías más tratadas y valoradas en la escuela mexicana, especialmente por los maestros José de Alcíbar y José Páez. De hecho, se conservan dos versiones de este último muy cercanas al lienzo que aquí presentamos.
Escuela novohispana; hacia 1800. “Virgen del refugio”. Óleo sobre hojalata. Presenta pérdidas sobre la capa pictórica y roturas en el soporte. Medidas: 35,5 x 25,5 cm; 41 x 32 cm (marco). La imagen muestra a María y al niño coronados, en una escena maternal, de gran ternura, conocida como la Virgen del Refugio de los Pecadores. Se trata de un título de María que hace referencia a una de las invocaciones de la letanía lauretana, que alude a las excelencias de la Virgen, conformado en torno a la Santa Casa de Loreto. El origen de la devoción de esta Virgen se encuentra en los últimos años del siglo XVII en Italia, en la ciudad de Frascatti, cerca de Roma. Según la tradición, un sacerdote jesuita llamado Antonio Valdenucci deseaba tener una imagen de María que fuera su compañera, guía y maestra en las misiones, para que actuara en su favor reformando las costumbres de los indígenas, suscitando la devoción y atrayendo los favores de María sobre sus devotos. Así, encargó a un pintor poco conocido una copia de la “Virgen de la Encina”, cuyo bajorrelieve se encontraba en Poggio. Pese a que el pintor era menor, la copia tenía tal belleza que se consideró un hecho milagroso, y por tanto se trataba de una obra de carácter sagrado. El sacerdote tuvo así lo que había pedido, y la obra fue colocada en su tabernáculo, donde iría recorriendo poblado tras poblado el nuevo continente americano, donde fue difundida y copiada bajo distintas versiones, hasta regresar a su lugar de origen en Frascatti. La obra alcanzó un éxito extraordinario dentro del territorio de la Nueva España, convirtiéndose en una de las obras de devoción predilectas tanto de la aristocracia como de las clases bajas y los indígenas. La devoción a esta imagen arraigó desde el primer momento en las ciudades de Puebla, Zacatecas y el Bajío; una muestra de su implantación en Puebla es que, en las últimas décadas, ya se contaban cerca de setenta nichos con esta imagen en las calles de la ciudad. Esta devoción tuvo como consecuencia que la Virgen del Refugio se convirtiera en una de las iconografías más tratadas y valoradas en la escuela mexicana, especialmente por los maestros José de Alcíbar y José Páez. De hecho, se conservan dos versiones de este último muy cercanas al lienzo que aquí presentamos.
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