Escuela Novohispana; siglo XVIII. “San Agustín de Hipona”. Óleo sobre lienzo. Conserva su lienzo original. Presenta repintes y restauraciones. Medidas: 50 x 37 cm; 58,5 x 45 cm (marco). Despojado de sus habituales ropajes de doctor de la Iglesia, el autor de esta obra nos muestra a un San Agustín, provisto de una austera túnica negra, aunque bien es cierto que en la escena se puede apreciar la presencia del báculo de mando, y la mitra Papal, que está siendo transportada por unos angelillos. El religioso sostiene una calavera entre sus manos, y frente a él un libro y una calavera muestran su condición. Uno de los aspectos iconográficos relevantes, es que la figura de San Agustín se dispone sobre tres cabezas, de cuyas bocas emergen leyendas de carácter ilegible. San Agustín de Hipona (Tagaste, 254, Hippo Reggius, 430) fue un doctor de la Iglesia Católica, conocido, entre otros hechos, por sus escritos, y por una leyenda: se dice que el santo paseaba por la orilla del mar, pensando acerca de la Trinidad; se encontró con un hermoso niño, jugando. Cuando el santo le pregunta al chiquillo, éste contesta que estaba sacando el agua del mar para meterla en el agujero, algo a lo que Agustín contesta que es imposible. El Niño responde que más difícil es que él comprendiera el Misterio de la Santísima Trinidad, desvelándose con esta frase como Jesús. Cabe citar que, durante la dominación colonial española, se desarrolló una pintura principalmente religiosa, destinada a cristianizar a los pueblos indígenas. Los pintores locales tenían como modelo las obras españolas, que seguían de forma literal en cuanto a tipos e iconografía. Los modelos más frecuentes fueron los ángeles arcabuceros y las vírgenes triangulares, sin embargo, en los primeros años del siglo XIX, ya en tiempos de la independencia y apertura política de algunas de las colonias, varios artistas comenzaron a representar un nuevo modelo de pintura con una identidad propia.
Escuela Novohispana; siglo XVIII. “San Agustín de Hipona”. Óleo sobre lienzo. Conserva su lienzo original. Presenta repintes y restauraciones. Medidas: 50 x 37 cm; 58,5 x 45 cm (marco). Despojado de sus habituales ropajes de doctor de la Iglesia, el autor de esta obra nos muestra a un San Agustín, provisto de una austera túnica negra, aunque bien es cierto que en la escena se puede apreciar la presencia del báculo de mando, y la mitra Papal, que está siendo transportada por unos angelillos. El religioso sostiene una calavera entre sus manos, y frente a él un libro y una calavera muestran su condición. Uno de los aspectos iconográficos relevantes, es que la figura de San Agustín se dispone sobre tres cabezas, de cuyas bocas emergen leyendas de carácter ilegible. San Agustín de Hipona (Tagaste, 254, Hippo Reggius, 430) fue un doctor de la Iglesia Católica, conocido, entre otros hechos, por sus escritos, y por una leyenda: se dice que el santo paseaba por la orilla del mar, pensando acerca de la Trinidad; se encontró con un hermoso niño, jugando. Cuando el santo le pregunta al chiquillo, éste contesta que estaba sacando el agua del mar para meterla en el agujero, algo a lo que Agustín contesta que es imposible. El Niño responde que más difícil es que él comprendiera el Misterio de la Santísima Trinidad, desvelándose con esta frase como Jesús. Cabe citar que, durante la dominación colonial española, se desarrolló una pintura principalmente religiosa, destinada a cristianizar a los pueblos indígenas. Los pintores locales tenían como modelo las obras españolas, que seguían de forma literal en cuanto a tipos e iconografía. Los modelos más frecuentes fueron los ángeles arcabuceros y las vírgenes triangulares, sin embargo, en los primeros años del siglo XIX, ya en tiempos de la independencia y apertura política de algunas de las colonias, varios artistas comenzaron a representar un nuevo modelo de pintura con una identidad propia.
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