Escuela inglesa; hacia 1810. “Retrato de caballero”, Óleo sobre tabla. Engatillada. Presenta marco español de época. Medidas: 15 x 13 cm; 22 x 20 cm (marco). Retrato de caballero que presenta el busto de un hombre joven. El hombre que se inscribe sobre un fondo neutro de tonalidad ocre, se encuentra ataviado con una chaqueta negra. Características que resaltan el color de su piel, que se convierte en el foco principal de la iluminación de la pieza. Un recurso mediante el cual el autor realza la corporeidad y luminosidad de la figura. La posición del cuerpo, erguida y con la espalda recta, conjuga un aspecto casual, natural, y un aire de distinguida autoridad. La superficie de la obra se muestra plana, al jugar con un uso de la pincelada precisa, de factura minuciosa. La cual parte de una gran destreza del dibujo, que gana protagonismo, respecto al color. Ejemplo de ello es el uso de una paleta mesurada, sin grandes estridencias, en la cual el autor ha buscado el equilibrio entre las diferentes tonalidades. Otro rasgo común, propio de los retratos de esta época, y que se refleja en esta obra en concreto, es el interés por captar la realidad, reflejando de manera veraz los rasgos del protagonista, pero sin dejar de un lado la idealización, por lo que vemos una efigie con formas suaves, redondeadas, y amables. El joven se encuentra vestido a la moda romántica y relacionado con el dandismo Ingles. Durante la época, la moda masculina, vivió un gran esplendor, centrando la atención de los hombres en su estética, por dicho motivo surgieron términos como currutaco o petimetre, en relación a aquellos barones que se preocupaban por la moda, de tal modo que se convirtió en un estilo de vida, que afectaba tanto a la ropa, como al comportamiento, y las actitudes. Como en el resto de Europa, el retrato se convirtió en el género que más protagonismo fue adquiriendo debido a la excelencia de la pintura, como consecuencia de las nuevas estructuras sociales que se implantaron en el mundo occidental a lo largo de esta centuria, encarnando la expresión máxima de la transformación del gusto y la mentalidad de la nueva clientela, surgida entre la nobleza y la alta burguesía adinerada, que tomaría las riendas de la historia en este periodo. Mientras los círculos oficiales dieron preponderancia a otros géneros artísticos, como la pintura de historia, y el incipiente coleccionismo alentó la profusión de los cuadros de costumbres, el retrato acaparó la demanda de pintura destinada al ámbito más privado, como reflejo del valor de lo individual en la nueva sociedad. Este género encarna la presencia permanente de la imagen de sus protagonistas, para su disfrute reservado en la intimidad de un estudio, al calor cotidiano de un gabinete familiar o presidiendo los salones principales de la casa.
Escuela inglesa; hacia 1810. “Retrato de caballero”, Óleo sobre tabla. Engatillada. Presenta marco español de época. Medidas: 15 x 13 cm; 22 x 20 cm (marco). Retrato de caballero que presenta el busto de un hombre joven. El hombre que se inscribe sobre un fondo neutro de tonalidad ocre, se encuentra ataviado con una chaqueta negra. Características que resaltan el color de su piel, que se convierte en el foco principal de la iluminación de la pieza. Un recurso mediante el cual el autor realza la corporeidad y luminosidad de la figura. La posición del cuerpo, erguida y con la espalda recta, conjuga un aspecto casual, natural, y un aire de distinguida autoridad. La superficie de la obra se muestra plana, al jugar con un uso de la pincelada precisa, de factura minuciosa. La cual parte de una gran destreza del dibujo, que gana protagonismo, respecto al color. Ejemplo de ello es el uso de una paleta mesurada, sin grandes estridencias, en la cual el autor ha buscado el equilibrio entre las diferentes tonalidades. Otro rasgo común, propio de los retratos de esta época, y que se refleja en esta obra en concreto, es el interés por captar la realidad, reflejando de manera veraz los rasgos del protagonista, pero sin dejar de un lado la idealización, por lo que vemos una efigie con formas suaves, redondeadas, y amables. El joven se encuentra vestido a la moda romántica y relacionado con el dandismo Ingles. Durante la época, la moda masculina, vivió un gran esplendor, centrando la atención de los hombres en su estética, por dicho motivo surgieron términos como currutaco o petimetre, en relación a aquellos barones que se preocupaban por la moda, de tal modo que se convirtió en un estilo de vida, que afectaba tanto a la ropa, como al comportamiento, y las actitudes. Como en el resto de Europa, el retrato se convirtió en el género que más protagonismo fue adquiriendo debido a la excelencia de la pintura, como consecuencia de las nuevas estructuras sociales que se implantaron en el mundo occidental a lo largo de esta centuria, encarnando la expresión máxima de la transformación del gusto y la mentalidad de la nueva clientela, surgida entre la nobleza y la alta burguesía adinerada, que tomaría las riendas de la historia en este periodo. Mientras los círculos oficiales dieron preponderancia a otros géneros artísticos, como la pintura de historia, y el incipiente coleccionismo alentó la profusión de los cuadros de costumbres, el retrato acaparó la demanda de pintura destinada al ámbito más privado, como reflejo del valor de lo individual en la nueva sociedad. Este género encarna la presencia permanente de la imagen de sus protagonistas, para su disfrute reservado en la intimidad de un estudio, al calor cotidiano de un gabinete familiar o presidiendo los salones principales de la casa.
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