Escuela granadina, segunda mitad s.XVII. “Virgen con el Niño”. Óleo sobre lienzo. Marco del siglo XVIII. Medidas: 100 x 76,5 cm; 90 x 66 cm (marco). Una Virgen muy joven, de aspecto casi adolescente, sostiene al Niño Jesús con gesto suave y tierno, tomando el pequeño pie infantil con su mano izquierda, y recostando la cabecita contra su pecho. La pintura se corresponde con la temática, composición y técnica de Pedro Atanasio, muy influenciada por Alonso Cano Y por Van Dyck. Se incide en el amor entre madre e Hijo a través de una representación ligeramente idealizada, sumamente tierna, y con fuertes luces barrocas modelando rostros y cuerpos. Hábiles veladuras reproducen las transparencias de las telas. El rostro de San Juan asoma en un lateral, mostrándose embelesado ante la escena. Durante los siglos XVII y XVIII se crearon ambiciosas series pictóricas y amplios programas iconográficos para iglesias y conventos, además de estampas impresas, medallas y relicarios destinados a la devoción privada. En su conjunto, sin importar su dimensión o soporte, estas imágenes cumplían con el objetivo de sacralizar la vida cotidiana más allá de los altares. Respecto a la escuela granadina, vuelto Alonso Cano a Granada, en 1652, atrajo hacia sí a todos los artistas. Casi se podría decir que los rasgos que caracterizan a la escuela son los rasgos de su estilo. Se impone así, en todos, la búsqueda de lo ideal y elegante en los tipos, la huida de lo realista y de la escena de género, prestando poca atención al retrato y casi ninguna al bodegón. Abundan también en todos las ricas entonaciones de color, con concretas preferencias de paleta, como el empleo del asfalto, y asimismo el gusto por la pintura flamenca, que habría impulsado Pedro de Moya de quien se dice que viajó a Flandes e Inglaterra. Por su estilo, podemos relacionar esta imagen con la mano de Pedro Atanasio de Bocanegra, pintor granadino discípulo de Alonso Cano, Pedro Moya y Juan de Sevilla, el artista más activo en Granada en la década de 1660. Su primera obra conocida la constituyen las decoraciones de las fiestas del Corpus Christi de su ciudad natal en 1661. Durante los años siguientes encontramos encargos como la serie de lienzos que ejecutó entre 1665 y 1666 para el claustro del convento de Nuestra Señora de Gracia, actualmente perdidos; o los numerosos cuadros, entre ellos la “Conversión de San Pablo”, que pintó entre 1668 y 1672 para el altar del colegio de la Compañía de Jesús, actual iglesia de los Santos Justo y Pastor (in situ). Al mismo tiempo recibió el encargo de decorar la cartuja granadina con escenas de gran tamaño sobre la vida de la Virgen. Fue asimismo nombrado pintor de la catedral. Tras este periodo pasó por Sevilla en 1686, y desde allí partió hacia la corte de Madrid, donde fue protegido por don Pedro de Toledo, marqués de Mancera. Gracias a la influencia de su protector Bocanegra logrará el título de pintor del rey “ad honorem” por su cuadro “Alegoría de la Justicia”, inspirado en una estampa veneciana de mediados del siglo XVI, y actualmente conservado en la Real Academia de San Fernando. Tras su estancia en Madrid Pedro Bocanegra regresará a Granada. Además de las ya mencionadas pinacotecas y centros religiosos, actualmente encontramos obras de este maestro en el Museo de Zaragoza, el de Goya en Castres, el Diocesano de Arte Sacro de Vitoria y en el de Bellas Artes de Granada, así como en diversas colecciones particulares.
Escuela granadina, segunda mitad s.XVII. “Virgen con el Niño”. Óleo sobre lienzo. Marco del siglo XVIII. Medidas: 100 x 76,5 cm; 90 x 66 cm (marco). Una Virgen muy joven, de aspecto casi adolescente, sostiene al Niño Jesús con gesto suave y tierno, tomando el pequeño pie infantil con su mano izquierda, y recostando la cabecita contra su pecho. La pintura se corresponde con la temática, composición y técnica de Pedro Atanasio, muy influenciada por Alonso Cano Y por Van Dyck. Se incide en el amor entre madre e Hijo a través de una representación ligeramente idealizada, sumamente tierna, y con fuertes luces barrocas modelando rostros y cuerpos. Hábiles veladuras reproducen las transparencias de las telas. El rostro de San Juan asoma en un lateral, mostrándose embelesado ante la escena. Durante los siglos XVII y XVIII se crearon ambiciosas series pictóricas y amplios programas iconográficos para iglesias y conventos, además de estampas impresas, medallas y relicarios destinados a la devoción privada. En su conjunto, sin importar su dimensión o soporte, estas imágenes cumplían con el objetivo de sacralizar la vida cotidiana más allá de los altares. Respecto a la escuela granadina, vuelto Alonso Cano a Granada, en 1652, atrajo hacia sí a todos los artistas. Casi se podría decir que los rasgos que caracterizan a la escuela son los rasgos de su estilo. Se impone así, en todos, la búsqueda de lo ideal y elegante en los tipos, la huida de lo realista y de la escena de género, prestando poca atención al retrato y casi ninguna al bodegón. Abundan también en todos las ricas entonaciones de color, con concretas preferencias de paleta, como el empleo del asfalto, y asimismo el gusto por la pintura flamenca, que habría impulsado Pedro de Moya de quien se dice que viajó a Flandes e Inglaterra. Por su estilo, podemos relacionar esta imagen con la mano de Pedro Atanasio de Bocanegra, pintor granadino discípulo de Alonso Cano, Pedro Moya y Juan de Sevilla, el artista más activo en Granada en la década de 1660. Su primera obra conocida la constituyen las decoraciones de las fiestas del Corpus Christi de su ciudad natal en 1661. Durante los años siguientes encontramos encargos como la serie de lienzos que ejecutó entre 1665 y 1666 para el claustro del convento de Nuestra Señora de Gracia, actualmente perdidos; o los numerosos cuadros, entre ellos la “Conversión de San Pablo”, que pintó entre 1668 y 1672 para el altar del colegio de la Compañía de Jesús, actual iglesia de los Santos Justo y Pastor (in situ). Al mismo tiempo recibió el encargo de decorar la cartuja granadina con escenas de gran tamaño sobre la vida de la Virgen. Fue asimismo nombrado pintor de la catedral. Tras este periodo pasó por Sevilla en 1686, y desde allí partió hacia la corte de Madrid, donde fue protegido por don Pedro de Toledo, marqués de Mancera. Gracias a la influencia de su protector Bocanegra logrará el título de pintor del rey “ad honorem” por su cuadro “Alegoría de la Justicia”, inspirado en una estampa veneciana de mediados del siglo XVI, y actualmente conservado en la Real Academia de San Fernando. Tras su estancia en Madrid Pedro Bocanegra regresará a Granada. Además de las ya mencionadas pinacotecas y centros religiosos, actualmente encontramos obras de este maestro en el Museo de Zaragoza, el de Goya en Castres, el Diocesano de Arte Sacro de Vitoria y en el de Bellas Artes de Granada, así como en diversas colecciones particulares.
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