Escuela española; segunda mitad del siglo XVII. “San Jerónimo penitente”. Óleo sobre lienzo. Presenta leves repintes. Medidas: 39 x 29,5 cm; 59,5 x 41,5 cm (marco). En este lienzo se aborda el tema de san Jerónimo penitente en el desierto. Así, el santo se muestra sentado y depositando su mano izquierda sobre el corazón en actitud piadosa, que queda reforzara por la presencia del crucifijo que sustenta con su mano derecha. La escena se completa con la presencia de los atributos característicos de San Jerónimo como son; el libro, la calavera y el sombrero cardenalicio. Durante el siglo XVII se popularizó la imagen del santo, siendo protagonista de numerosas manifestaciones artísticas. Esto se debió a la tradición cristiana que establece a San Jerónimo como el traductor de la Biblia, transformando así las sagradas escrituras en un texto en latín accesible a un mayor público. Esta versión de la biblia conocida como la Vulgata, fue declarada durante el concilio de Trento 1546, la versión oficial. Uno de los cuatro grandes Doctores de la Iglesia Latina, San Jerónimo nació cerca de Aquilea (Italia) en el año 347. Formado en Roma, fue un retórico consumado, además de políglota. Bautizado a los diecinueve años de edad, entre los años 375 y 378 se retiró al desierto de Siria para llevar una existencia de anacoreta. Regresó a Roma en el 382 y se convirtió en colaborador del papa Dámaso. Una de las representaciones más frecuentes de este santo es su penitencia en el desierto. Sus atributos son la piedra que emplea para golpearse el pecho y la calavera sobre la que medita. También el capelo cardenalicio (o bien un manto rojo), a pesar de que nunca fue cardenal, y el león domesticado. Este último procede de una historia de la “Leyenda Dorada”, donde se narra que un día, cuando explicaba la Biblia a los monjes de su convento, vio llegar a un león que cojeaba. Le extrajo la espina de la pata, y desde entonces lo mantuvo a su servicio, encargándole que cuidase de su asno mientras pacía. Unos mercaderes robaron el asno, y el león lo recuperó, devolviéndoselo al santo sin herir al animal.
Escuela española; segunda mitad del siglo XVII. “San Jerónimo penitente”. Óleo sobre lienzo. Presenta leves repintes. Medidas: 39 x 29,5 cm; 59,5 x 41,5 cm (marco). En este lienzo se aborda el tema de san Jerónimo penitente en el desierto. Así, el santo se muestra sentado y depositando su mano izquierda sobre el corazón en actitud piadosa, que queda reforzara por la presencia del crucifijo que sustenta con su mano derecha. La escena se completa con la presencia de los atributos característicos de San Jerónimo como son; el libro, la calavera y el sombrero cardenalicio. Durante el siglo XVII se popularizó la imagen del santo, siendo protagonista de numerosas manifestaciones artísticas. Esto se debió a la tradición cristiana que establece a San Jerónimo como el traductor de la Biblia, transformando así las sagradas escrituras en un texto en latín accesible a un mayor público. Esta versión de la biblia conocida como la Vulgata, fue declarada durante el concilio de Trento 1546, la versión oficial. Uno de los cuatro grandes Doctores de la Iglesia Latina, San Jerónimo nació cerca de Aquilea (Italia) en el año 347. Formado en Roma, fue un retórico consumado, además de políglota. Bautizado a los diecinueve años de edad, entre los años 375 y 378 se retiró al desierto de Siria para llevar una existencia de anacoreta. Regresó a Roma en el 382 y se convirtió en colaborador del papa Dámaso. Una de las representaciones más frecuentes de este santo es su penitencia en el desierto. Sus atributos son la piedra que emplea para golpearse el pecho y la calavera sobre la que medita. También el capelo cardenalicio (o bien un manto rojo), a pesar de que nunca fue cardenal, y el león domesticado. Este último procede de una historia de la “Leyenda Dorada”, donde se narra que un día, cuando explicaba la Biblia a los monjes de su convento, vio llegar a un león que cojeaba. Le extrajo la espina de la pata, y desde entonces lo mantuvo a su servicio, encargándole que cuidase de su asno mientras pacía. Unos mercaderes robaron el asno, y el león lo recuperó, devolviéndoselo al santo sin herir al animal.
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